viernes, 9 de marzo de 2007

La compañía de buenas personas.


“Vivid entre lobos y aprenderás a aullar”
Proverbio español.



Fue y es común decir que las personas se conocen por las compañías que frecuentan. La simple contemplación de un individuo es fuente de inspiración. Hay quienes inspiran inteligencia, cariño, virtud, valentía, sinceridad, amor. También están aquellos individuos que inspiran únicamente las malas costumbres, los celos, la envidia, y todos los pecados capitales. Las malas compañías tiran dardos de lenguas viles, envidian a sus semejantes, siempre son de mal ejemplo y constantemente fomentan la mentira, el chisme, la adulación, la discordia y el desamor. No es casual, entonces, que las personas que toman por modelo a los malos terminen caminando por la senda del mal. Las malas compañías son destructivas y por eso hay que evitarlas. Porque a uno lo conocen por las compañías que frecuenta. Sainte-Beuve escribió: “Decidme a quien admiráis y yo os diré lo que sois, o por lo menos, cuales son vuestras cualidades, gustos, y carácter”.
Lo que proviene de lo malo es malo y aquello que ha nacido del bien es bien. Si de veras deseamos ser buenas personas debemos relacionarnos con personas que sean de buena influencia sobre nuestras vidas. La unión con individuos depravados y de gustos pervertidos, conduce a tendencias viciosas. Frecuentando a malas personas se llega a la destrucción y depravación del carácter. Por esto es bueno que con fuerza de voluntad y con libre acción, ejerciendo el valor inteligente, elijamos a nuestros amigos. En compañías de las buenas personas, sabias y enérgicas, virtuosas y bondadosas, podemos descubrir la belleza del bien, encontrar el mejor sustento para crecer en las virtudes y los valores.
Se cuenta que Platón, en cierta ocasión, reprendió a un muchacho que se divertía con algún juego ridículo. Me reprendes le contesto el muchacho por bien poca cosa. La costumbre replicó Platón no es poca cosa. Las costumbres jamás son poca cosa porque ellas provienen de nuestras relación con los demás. Cuando las malas costumbres se transforman en hábitos es señal de que andamos con malas compañías, esto nos arrastra hacia los vicios y las maldiciones. Las malas compañías conducen a las malas costumbres. Hay hombres en cuya presencia nos sentimos corrompidos, engañados, contaminados, degradados. Y hay hombres en cuya presencia nos sentimos vigorizados, refrescantes, como cuando aspiramos el aire de la mañana en medio del campo. Al fin y al cabo, la única manera de librarnos de las malas costumbres es juntándonos con personas buenas, cariñosas, inteligentes, virtuosas, amantes del bien. De hecho, las personas enérgicas tienen el poder de suscitar energía en los demás. Las grandes y nobles personas dominan a los otros individuos, despertando la espontánea admiración de la humanidad. Los espíritus con honor y dignidad, admiran con sinceridad. Las buenas personas nos inspiran amor, buenos ejemplos, dignidad, respeto y grandeza. Por eso debemos unirnos con buenas personas; pues con cariño e inteligencia, las más suaves naturalezas son capaces de moldear los caracteres de las personas destinadas a elevar moralmente el nivel del género humano a través de todas las épocas. “Decidme a quien admiráis”, escribió Sainte Beuve, “y yo os diré lo que sois, o por lo menos, cuáles son vuestras cualidades, gustos y carácter”.

Julio C. Cháves.

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