viernes, 30 de marzo de 2007

Hoy podría ser el día de mi muerte.


John Donne le dice a la muerte: “No estés orgullosa muerte, aunque muchos te lo digan, de ser poderosa y aterradora, porque no es así. Ya que quienes creíste haber derribado no cayeron, pobre muerte, y ni siquiera puedes matarme a mí”. Tal vez hoy podría ser el día de mi muerte y en un abrir y cerrar de ojos partiría hacia la eternidad. Pero tengo esperanza ya que soy cristiano y sé que todo no termina en la muerte física sin que la vida continúa. Saber que existe la muerte física le da sentido a mi vida y me hace consciente de que debo transitar la cotidianidad con sabiduría, considerando a mi creador como la única fuente de felicidad y alegría. Sé que mi cuerpo esta condenado a deteriorarse en paz, lentamente. Cuando nací tenía buena vista pero hoy día soy miope y uso anteojos permanentemente con el fin de poder ver todo lo que rodea. Ciertamente la vida es una coma y no un punto en el relato de la vida. Shakespeare dijo: “Todo pasa de la vida y va hacia la muerte”. La muerte no discrimina a nadie. Entra en la casa del rico y del pobre por igual. En una biografía sobre el célebre Daniel Webster, 800 páginas están dedicadas a su vida y apenas 5 a su muerte. De las 500 páginas de la biografía de Abraham Lincoln, escrita por hay, sólo 25 refieren al relato dramático de su asesinato. En nuestro mundo la negación de la muerte es una realidad pero de todos modos estamos condenados a la muerte. Somos como la niebla que se aparece por poco tiempo y luego se desvanece.
Nada es para siempre. Por más poder o dinero que tenga una persona no puede añadir un día a su vida. En su ensayo Volver a casa, el Dr. Jaime Barylko cuenta: “Pasan los días. Cumplimos años. El tiempo pasa. Pasamos nosotros. La vida es eso que pasa, y eso que pasa son minutos, segundos, tiempo, devenir, o el río o la corriente de la existencia en la que estamos navegando. Vivir es transcurrir, devenir, temporalizar, si se me permite. Somos tiempo. No pasamos el tiempo, sino que a través de nuestro pasar, pasa el tiempo. Yo soy el tiempo que pasa. Ser feliz es vivir el tiempo, sentirse en la sensación de eso que transcurre. Y es fácil en esta sociedad en la que todo nos viene impuesto, embotellado, enlatado. Hay que aprender a vivir, hay que aprender a disfrutar de esto que pasa aquí y ahora y entre nosotros”.


Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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