viernes, 16 de marzo de 2007

El optimismo y la felicidad.

Max More dijo: “Optimismo: el combustible de los héroes,
el enemigo de la desesperanza, el creador del futuro”.



El optimismo es el aliciente que nos hace propender a la creencia de que los resultados positivos serán los más probables. Tener una actitud optimista ante la adversidad nos hace sentir más tranquilos y confiados ante los vientos contrarios. Algunos dicen que el optimismo no es parte de la inteligencia emocional. Pero de una u otra el optimismo está prácticamente relacionado con el manejo emocional, facilitando la expresión de nuestras emociones. El pesimista lo ve todo negativo, siempre se despeña detrás de lo complicado, lo problemático, lo laberíntico. El optimista, por su parte, interpreta las circunstancias negativas de un modo más saludable, transparente y sencillo. Las mentes pesimistas viven sumergidas en conceptos oscuros, pensamientos en fracaso, derrotismo e inferioridad. Por otra parte, las mentes dinámicamente optimistas miran las soluciones, y ven a los sucesos adversos como a algo efímero, específico, pasajero. Los optimistas son más felices que los pesimistas.
Cuando al pesimista le sale algo mal o se le complica la vida, no se sorprende pues era lo que esperaba de la vida. Por eso vive paralizado, de problema en problema, de locura en locura. El pesimista ve al fracaso como su amo, ya se acostumbró a él, por lo cual piensa que no puede cambiar nada y lo único que está dispuesto a hacer es a lamentar su suerte. Vive perdiendo la esperanza, siempre desconfiando de su suerte, prestando más atención al derrotismo que a la victoria. El pesimista es experto en infelicidad. Todo le va mal y no hace nada para cambiar eso. El pesimista puede cambiar, pero no quiere. Su creencia en lo desfavorable lo paraliza y lo consume. Por eso está como está…
El costo de ser pesimista es muy alto. En cambio, las ganancias del optimista son muchas. El pensamiento optimista hace que una persona vea los obstáculos más manejables. Para el optimista la adversidad es un desafío, una oportunidad para aprender más de la vida y ser mejor persona. Él se atreve a tomar más riesgos, a buscar soluciones, a pensar en el arco iris que yace detrás de la tormenta. El permanecer optimistas es la mejor estrategia para vivir. Ello implica el sostener ciertas creencias positivas sobre el presente y el futuro y sobre todo, exhibir ciertas conductas preactivas. El optimista dispone de la capacidad de mirar el mejor lado de la vida y las circunstancias.
El ser optimistas aporta resultados beneficiantes para nuestro cuerpo y nuestra mente. Así podemos afirmar que la persona optimista se enferma menos, su sistema inmunológico funciona mejor, tiene interpretaciones más positivas de la adversidad y a la larga, obviamente vive más tiempo. No cabe duda de lo mejor que podemos hacer por nuestra vida es despojarnos del pesimismo, ya que el mismo asalta constantemente nuestra vida con estrés, ansiedad, inseguridad, incertidumbre y derrotismo. Lo mejor que podemos hacer, tanto para el beneficio de nuestra mente como para nuestro cuerpo, es mirar la vida con optimismo, alegría, motivación. De la vida debemos aceptar lo bueno y lo malo, interpretando positivamente las circunstancias adversas. Esa es la mejor manera de vivir. El optimismo es uno de los recursos de los luchadores. Broker T. Washington pensó: “El éxito no se mide tanto por la posición que uno ha alcanzado en la vida como por los obstáculos que uno ha vencido mientras ha intentado alcanzarlo”.

Julio C. Cháves.

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