domingo, 18 de marzo de 2007

El fenómeno de dar con alegría.

Dar es muy importante. Muchos dicen que no tienen nada que dar. Pero esto es un concepto errático, ya que todos tenemos algo que dar. Todos poseemos una vida. Es cierto que hay personas que no tienen nada económico, pues son paupérrimas. Pero también es cierto que poseen una existencia, una vida. Entonces, tienen algo que dar. Pueden dar amor, palabras constructivas, cariño, abrazos, pueden hablar de corazón a corazón. Mirar a los ojos con ternura no cuesta nada. Sonreír con empatía no cuesta nada. Dar es experimentar alegría. Todos podemos dar amor. El amor cambia la vida propia y la ajena. El amor todo lo puede. Una persona sin amor nunca da, siempre quiere recibir, nunca sirve, siempre desea que la sirvan. El egoísta jamás sabrá auténticamente lo que es la alegría. Porque la alegría proviene del fenómeno voluntario de DAR.
El tiempo que estamos viviendo es una época muy insensible. Todos los individuos piensan únicamente en ellos, es decir, son individualistas. Estamos recubiertos por una dura y sofisticada capa de insensibilidad. Abraham Lincoln declaró: “Me da lástima el hombre que no siente el látigo, cuando los latigazos los recibe en sus espaldas el prójimo”. Muchas personas están siendo castigadas por el hambre, por la discriminación, por la indiferencia y todos son espectadores insensibles. La gente no quiere dar. No quiere compartir lo que posee económicamente, ni tampoco quiere dar amor, cariño, ternura. Por esta apatía, estamos como estamos.
Es indudable que necesitamos cambiar. Si queremos mejorar como país. Si queremos volver a ser gente de verdad. Si queremos vivir en armonía, con paz, sin violencia, es obvio que debemos volver a aprender a dar. Este es uno de los primeros requisitos de la solidaridad, de unidad, de felicidad colectiva. El dar constituye una forma sublime de crecer como personas. El dar es por si solo una fuerza constructiva, una manifestación de amor. Descartes dijo: “No ser útil a nadie equivale a no valer nada”. Dar es la piedra filosofal que todo lo convierte en alegría. Si damos somos mejores. Es muy probable que los historiadores del futuro hablen de nuestra época, del 2.002, como la era del egoísmo, del individualismo, de la insensibilidad, porque son muy pocas las personas que saben dar. El verdadero amor se proyecta en dar. Aquí tenemos las respuestas a los problemas de la actualidad. Dar es la respuesta. Dar debe ser un ideal. José Ingenieros dijo: “Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella…y tiendes el ala hacia una meta, afanoso de perfección y rebelde contra la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones”.
Cuando damos estamos procurando el bien del otro. Dar es construir vínculos. Hay gente que da cuando le piden, pero también están aquellos que dan porque comprenden, porque saben que dar es sinónimo de alegría. Cuando damos estamos ayudando a que el otro crea en la vida, a que el otro tenga esperanza y crea que el bien es superior al mal. Dar es una virtud por la que todas las otras virtudes dan fruto. El que da es feliz, pues ayuda a que los demás sean también felices. Dar es darse. José Marti afirmó: “Ayudar a los que necesitan no sólo es parte del deber, sino de la felicidad”.
“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él” (1 Juan 3:19).

Julio C. Cháves.

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