domingo, 4 de marzo de 2007

El dominio propio.


El dominio propio es tan importante como el coeficiente intelectual. Muchas personas son tremendamente inteligentes pero ante la menor dificultad pierden los estribos, cambia su humor y complican aún más su situación porque no tienen autocontrol. Séneca estimaba mucho el dominio de uno mismo, y lamentaba que las personas dejaran esclavizar por sus propias pasiones. Las personas con dominio propio sacan provecho de las dificultades. En vez de complicar las cosas, las solucionan. Soportan las adversidades con una sonrisa en los labios. Miran hacia delante, sin afligirse, sin mirar los pasados fracasos, sin inquietarse ni desesperarse ni gastan pólvora en chimangos. Encuentran luz en la más densa oscuridad porque sabe donde mirar, porque las circunstancias, aunque son reales y tal vez muy feas, no los influencian sino que los fortalecen. Las pruebas los hacen más fuertes.
Jeremías Taylor es un claro de ejemplo de dominio propio. Un día lo perdió todo. Perdió su casa, sus bienes fueron secuestrados, y sus familiares fueron arrojados a las calle. Sin embargo, cuando todo esta gris y la circunstancia era totalmente desagradable, escribió: “He caído en manos de publicanos y secuestradores, que me han quitado todo. ¿Y qué? Dejadme mirar la luna, una esposa amante, y muchos amigos para compadecerme y algunos para ayudarme; y aún puedo razonar, y que yo sepa, no me han robado mi aspecto alegre, mi espíritu divertido, y una conciencia recta; me han dejado también la providencia de Dios y las todas las promesas de los evangelios y mi religión y mis esperanzas del cielo y mi piedad por ellos; también todavía duerme y digiero, como y bebo, leo y medito. Y el que tiene tantos y tan grandes motivos de goce y ama tales dichas, si se inclina hacia el pesar y el mal humor, es que prefiere arder a fuego lento.
Los problemas se pueden presentar de múltiples formas pero nada debe hacernos cambiar nuestra actitud positiva. En medio de las lágrimas debemos sonreír. En medio de los escases debemos valorar lo que tenemos. En medio del odio debemos amar, incluso a nuestros enemigos. Siempre se puede mejorar si uno tiene dominio propio y sabe lo que quiere. Desesperar no sirve de nada, no cambia nada. Guardar resentimiento nos daña el corazón. El dominio propio es la clave para disfrutar de la vida. Un individuo sin voluntad es incapaz de gobernarse a si mismo. Las circunstancias hacen con él lo que quieren. La búsqueda de los intereses propios, la mezquindad y el excesivo ensimismamiento atentan contra el dominio de uno mismo, obnubilando los pensamientos con proyección a corto y a largo plazo. Uno debe ser consciente de las limitaciones y debilidad, pero al mismo tiempo debe fortalecer sus virtudes, sus puntos fuertes para su aspecto débil también se vaya fortaleciendo. En el dominio propio se halla la libertad de pensar antes de actuar, se la halla la libertad para cambiar la realidad y darle la forma que se desea. Shakespeare dijo: “El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho”.

Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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