domingo, 4 de marzo de 2007

Basta de caretas, hay que ser uno mismo.



No sirve de nada ser una fotocopia de otras personas. A menudo observo que muchos adolescentes y jóvenes adoptan comportamientos de estrellas de rock o de sus ídolos mediáticos y se comportan, hablan y se visten como ellos. En vez de ser ellos mismos, copian la idiosincrasia ajena. Otros también como no saben quienes son construyen sus vidas sobre las arenas movedizas del materialismo. Piensan llegar el tener al ser, cuando en realidad es al revés. Hay que ser, después tener. Las posesiones materiales no tienen nada de malo, siempre y cuando no se dependa de ellas para ser feliz. Ciertos individuos se sienten felices únicamente por medio de la ostentación, el exhibicionismo, el caretaje, las apariencias. La mirada del otro no tiene porque condicionarnos. Sé que necesitamos ser aceptados y reconocidos, pero ser uno mismo es más importante que la fama, el reconocimiento y el aire de superioridad. Las caretas nos alejan de nosotros mismos. Dios nos creo con unicidad. ¿Qué pasaría si todos perdiéramos nuestras tenencias, cosas, posesiones? El Dr. Jaime Barylko en su ensayo En busca de uno mismo, dice: “Un pobre es desdichado porque lo que tiene ha de invertirlo en el ser. Un rico es feliz en cuanto tiene para tener. Ese es el supremo ideal de la cultura contemporánea: tener para tener. La angustia estalla cuando las tenencias desaparecen. La muerte de un ser querido es una pérdida de cosa, una traición, una falla, una culpa. Del que se fue, por cierto. Eso que da tanta seguridad, una tenencia, es absolutamente inseguro. La angustia es el caldo de cultivo de la cultura”. El que procura conocerse a si mismo es el verdaderamente inteligente. El que cultiva sus valores, enriquece su personalidad, vive su propia biografía y no pide capítulos prestados,
es quien es verdaderamente un ser auténtico. Cuantos más originales no sentimos entendemos que no sirve de nada compararse, envidiar, celar o tratar de competir estupidamente con todos. Pensar como los demás, adular y dar siempre la razón, no quiero decir que nos acepten. A veces cuanto más tratamos de agradar caemos mal. Es que ser tal cual uno es, es lo mejor que podemos hacer. Cuantos más dueños nos sentimos de nuestra propia vida, menos necesitamos imponer, dirigir y controlar a los demás. Empieza a pensar, a sentir, a decidir por ti y asumir virtudes, tus defectos, tus puntos débiles y tus puntos fuertes. Hay que manifestar las propias ideas, convicciones, creencias. Una canción de César Banana Pueyrredón, cuenta: “Si me ves volando contra el viento es que siempre digo lo que siento,Quiero ser así y dar lo mejor de mí.Yo quiero ser así como me gusta ser aunque sé que me queda mucho que
aprenderY me ves volando contra el viento porque siempre digo lo que sientoQuiero ser así y dar lo mejor de mí.Yo quiero decidir por dónde debo andar porque siempre habrá un camino que intentarAunque tengo mi piel herida por las piedras que hay en la vidaSeguiré igual y no me rindo jamás, no me rindo.Lo importante es ser uno mismo, ser uno mismo, bien transparente y sin disfraz.Lo importante es ser uno mismo, ser uno mismo, bien transparente y sin disfraz. Yo quiero darte al fin lo que yo puedo dar y prefiero no prometerte nada másNo me pidas una respuesta y esta noche ven a mi fiestaDéjame cantar, siento que es mi lugar, mi destino...”.


Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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