sábado, 17 de marzo de 2007

Cansados de la vida.

Hace unos años leí un libro llamado “On the Anvil” del escritor estadounidense Max Lucado donde este autor cuenta la historia de José Crater, un hombre de 45 años de edad que se cansó de la vida y decidió abandonar su vida completamente. Después de haber almorzado con sus amigos en un restaurante de Nueva York abordó un taxi y se fue para siempre. Jamás nadie volvió a verlo ni nadie escucho nada más de él. Después de 50 años de ardua investigación se han barajado varias teorías respecto a su misteriosa desaparición pero no se llegó a ninguna conclusión confiable. Debido a que Crater era un renombrado juez de un tribunal de Nueva York muchos sospecharon que quizás lo habían matado, pero nunca se hallo un cadáver ni ninguna pista sólida de ello. Se presentaron otras opciones: secuestro, conexiones con la mafia y hasta el suicidio. ¡Pero nada!
Una investigación en su departamento reveló una sola pista. Había una nota adjunta a un cheque de una suma considerable, ambas dejadas a su esposa. La nota decía sencillamente: ESTOY MUY CANSADO, TE AMO. JOE.
Este tipo de cansancio no es cansancio físico. Es un cansancio que tiene que ver con la vida. El desaliento puede causar un grave impacto en la vida de una persona ya que anula la sensibilidad del alma y la capacidad de asombro. Cuando un individuo se cansa de la vida vive con lamentaciones en los labios, y cree que no sirve de nada luchar. Total siempre ocurre lo mismo. ¿De que sirve luchar? El cansancio de la vida inmoviliza, paraliza, deja sin capacidad de reacción. Ya no vive la persona sino que yace muerta en vida.
¡Cuánto cansancio! Lo veo en los rostros y en las masculladas lamentaciones. Las frases de amargura se arrastran por el suelo. Pero yo pregunto: ¿Quién no se cansó alguna vez? Creo que todos hemos pasado por estas circunstancias. Así pues, hay que levantar los brazos porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. De hecho, siempre que llovió paró y después de la tormenta siempre salió el sol. Todo puede mejorar. Simplemente hay que mirar las cosas en positivo. Debemos cambiar nuestra actitud. Si deseamos que nuestra vida mejore debemos empezar a valorar nuestra intrínseca capacidad de superación. Podemos mejorar. Podemos mirar las flores. Podemos escuchar el canto de los pájaros. Es cierto que a veces la vida se torna irónica, permitiéndonos ver las palmeras del oasis en el horizonte para luego hacernos morir de sed en medio del desierto. Sé que a veces nuestros ojos lo único que desean es derramar lágrimas. Pero después de todo podemos aprender algo de nuestros sufrimientos, de nuestras tristezas, de nuestras amarguras, de nuestros desiertos personales. Las cosas pasan y nos ayudan a valorar lo que realmente tiene importancia en la vida. Pese a todo sigamos hacia delante. Dejemos que el corazón siga latiendo. Miremos lo positivo. No miremos lo que falta. Miremos lo que hay disponible. Ovidio dijo:” ¿Qué cosa más dura que las piedras? ¿Qué cosa más blanda que el agua?”. Y Cicerón agrega:” Es varón el que, contra los inconstantes embates de la fortuna, milita provisto de la constancia de un pensamiento uniforme”.

Julio César Cháves.

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