
Actualmente se habla mucho de amor. Sin embargo, se sabe poco respecto al amor. La educación sentimental no le importa a nadie. De hecho, los humanos del siglo XXI son denodados practicantes del analfabetismo sentimental. De acuerdo con la realidad, cada día aumentan más y más los divorcios. Una persona mira a otra y no hay sentimientos inteligentes, ya que lo único que hay en abundancia es impureza y deseos utilitaristas. El hombre posmoderno se ha acostumbrado a la falta de ternura, a la falta de tristeza por la perdida de la efectividad madura. En consecuencia, se habla de amor, pero en realidad la soledad es la que controla los corazones ignorantes. ¡Falta amor inteligente!
Por un lado, la humanidad ha avanzado mucho científica y tecnológicamente. Mientras tanto, lo que tiene que ver con los valores y el amor bien estructurados, ha perdido solidez. Antaño, las parejas se casaban y duraban toda la vida. Más ahora, las parejas se casan, parecen que son felices y después de un tiempo, se rompen como un débil cristal. Egoísmo e individualidad es lo que abundan. Pero cuando hay que dar, cuando hay que ofrecerse todos son egoístas. Susanne K. Langer escribió: “En el mundo de hoy, en casi todas partes el flujo subterráneo del sentimiento es confuso, incierto, tenso. Hay mucho orgullo en él, pero debajo del orgullo hay también temor; una fe enorme en la ciencia, y al mismo tiempo una irracionalidad que malogra considerablemente los afectos de esa fe; un sentimiento cada día más profundo de sociedad mundial, de derechos humanos, de la igualdad de todos los seres humanos y, a pesar de todo ello, una hostilidad y unos celos que dominan al extremo de hacer de la política mundial una prolongada guerra fría, en la que, en una u otra circunstancia, llegan a verse comprometidas todas las comunidades. El sentimiento fundamental de casi todas las personas de nuestros días parece ser de absoluta confusión en cuanto a moralidad, designios, valores, creencias y motivos”.
Se vive en confusión porque hay mucho egoísmo. Mientras que en el campo de las relaciones humanas haya egoísmo el amor no puede madurar. Porque amar es dar, es abrirse a los demás, “es dejar de ser ego”. Hay mucho orgullo. Y eso nos separa, nos aísla, nos aleja. Para que el amor sea inteligente hay que dejar el egoísmo de lado. Entonces dejaremos de ser analfabetos sentimentalmente. El Dr. M. Scott Peck, autor de “La Nueva Psicología del amor”, cuenta a este respecto: “El verdadero amor, con toda la disciplina que requiere, es la única senda de esta vida que lleva a la esencia del gozo. Si se va por otro camino, rara vez se encontrarán, serán momentos de tan extático deleite, y si te encuentras, se encuentran, serán momentos fugaces, progresivamente engañosos. Cuando amo sinceramente estoy extendiendo mi persona, gracias a lo cual estoy evolucionando. Cuanto más amo, más profundo me vuelvo. El verdadero amor se alimenta a su mismo. Cuanto más promuevo el desarrollo espiritual de otros, más fomento el mío propio…”.
Julio C. Cháves.
Por un lado, la humanidad ha avanzado mucho científica y tecnológicamente. Mientras tanto, lo que tiene que ver con los valores y el amor bien estructurados, ha perdido solidez. Antaño, las parejas se casaban y duraban toda la vida. Más ahora, las parejas se casan, parecen que son felices y después de un tiempo, se rompen como un débil cristal. Egoísmo e individualidad es lo que abundan. Pero cuando hay que dar, cuando hay que ofrecerse todos son egoístas. Susanne K. Langer escribió: “En el mundo de hoy, en casi todas partes el flujo subterráneo del sentimiento es confuso, incierto, tenso. Hay mucho orgullo en él, pero debajo del orgullo hay también temor; una fe enorme en la ciencia, y al mismo tiempo una irracionalidad que malogra considerablemente los afectos de esa fe; un sentimiento cada día más profundo de sociedad mundial, de derechos humanos, de la igualdad de todos los seres humanos y, a pesar de todo ello, una hostilidad y unos celos que dominan al extremo de hacer de la política mundial una prolongada guerra fría, en la que, en una u otra circunstancia, llegan a verse comprometidas todas las comunidades. El sentimiento fundamental de casi todas las personas de nuestros días parece ser de absoluta confusión en cuanto a moralidad, designios, valores, creencias y motivos”.
Se vive en confusión porque hay mucho egoísmo. Mientras que en el campo de las relaciones humanas haya egoísmo el amor no puede madurar. Porque amar es dar, es abrirse a los demás, “es dejar de ser ego”. Hay mucho orgullo. Y eso nos separa, nos aísla, nos aleja. Para que el amor sea inteligente hay que dejar el egoísmo de lado. Entonces dejaremos de ser analfabetos sentimentalmente. El Dr. M. Scott Peck, autor de “La Nueva Psicología del amor”, cuenta a este respecto: “El verdadero amor, con toda la disciplina que requiere, es la única senda de esta vida que lleva a la esencia del gozo. Si se va por otro camino, rara vez se encontrarán, serán momentos de tan extático deleite, y si te encuentras, se encuentran, serán momentos fugaces, progresivamente engañosos. Cuando amo sinceramente estoy extendiendo mi persona, gracias a lo cual estoy evolucionando. Cuanto más amo, más profundo me vuelvo. El verdadero amor se alimenta a su mismo. Cuanto más promuevo el desarrollo espiritual de otros, más fomento el mío propio…”.
Julio C. Cháves.
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