viernes, 12 de marzo de 2010

La iglesia invisible

2 Timoteo 2:19 dice: “Pero en fundamento de Dios esta firme, teniendo este sello: conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”. Los que han aceptado a Cristo en sus vidas se congregan en iglesias donde conviven con otros creyentes que también han aceptado a Cristo en sus vidas. La palabra del Señor ordena que debemos congregarnos. Debemos ser parte de una iglesia visible, tangible, un templo donde todos adoramos al Señor. Así pues, aunque nos congregamos en una iglesia liderada por pastores puestos por el Señor, esto no significa que todos los van a la iglesia, levantan las manos y dicen que Creen en Cristo, sean parte de la iglesia invisible. Lo ideal es que formemos parte tanto de la iglesia visible como de la invisible, considerándonos unos a otros estimulándonos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos como algunos tiene por costumbre, sino exhortándonos y tanto más, cuando veis que aquel día de acerca. (Hebreos 10:24,25).

Corrie Ten Boom dijo: “Dormir en un garaje no lo convierte a uno en automóvil”. De la misma forma, el simple hecho de ir a la iglesia no lo convierte a uno en cristo. Podemos congregarnos siendo parte de la iglesia visible, pero si no hacemos la voluntad de Dios no somos parte de la iglesia invisible. Ser parte de la iglesia invisibles es que el nombre de uno este anotado en el libro de la vida debido a que somos practicantes de la palabra del Señor. No sirve de nada ir a la iglesia, escuchar el sermón, luego salir por la puerta de la iglesia y olvidarlo todo, viviendo como se nos antoja. Si escuchamos la palabra del Señor y no hacemos la voluntad de Dios no somos verdaderos discípulos y seguidores de Cristo y la verdad no esta en nuestro corazones. El Dr. Neil Anderson dijo: “Tomar la cruz significa reconocer diariamente que le pertenecemos a Dios”. Si vamos a la iglesia y le entregamos completamente nuestras vidas a Dios a través de Cristo, entonces es porque hemos entendido que sin Dios no podemos ser salvos. Cuando amamos a Cristo de todo corazón todo lo que somos y tenemos le pertenece porque hemos entendido que únicamente en sus brazos podemos descansar y ser verdaderamente felices. Entonces, cuando seguimos de corazón al Señor, él nos hace formar parte de su iglesia invisible, que son todos aquellos que adoran en Espíritu y en Verdad al Señor. El Dr. Jay Kesler, presidente de la Taylor University , escribió a este respecto: “De modo que cuando una persona nace como cristiano, en realidad no tiene opción en cuanto a ser o no parte de la iglesia de Jesucristo. Desde este punto de vista, es parte de una iglesia invisible, por definición, porque conoce a Cristo como su salvador. Luego, si es obediente a Cristo y practica sus enseñanzas, se reunirá con otros creyentes para llevar adelante importantes funciones dentro de la iglesia visible hasta que Cristo vuelva”. 1 Juan 5:18 dice: “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado”. Si hemos nacido de nuevo a través de la aceptación de Cristo como nuestro salvador, no deseamos pecar haciendo lo que a Dios no le agrada sino que deseamos y queremos hacer todo lo que Dios dice en su palabra. Podemos ser parte de la iglesia visible, pero también debemos ocuparnos por ser parte de la iglesia invisible, estando en la voluntad de Dios. Si pecamos deliberadamente nos alejamos de Dios, pero si nos consagramos al Señor, él cuida de nosotros. Nuestra función en la iglesia visible es ayudar a que se predique el evangelio de Cristo para que otros conozcan en camino de salvación. Se cuenta la historia de un hombre que vivía en Texas y que cada día solía atar su caballo afuera de la cantina del pueblo donde vivía. Los vecinos estaban acostumbrados a ver a este hombre borracho, haciendo pavadas en la calle. Pero resulta que un día el cantinero se sorprendió porque este hombre no había venido al bar. Entonces, salió fuera de la cantina y vio el caballo de este hombre afuera de la iglesia del pueblo. Cuando vio a este hombre por la calle le pregunto: Oye, ¿Por qué estaba tu caballo afuera de la iglesia? El hombre respondió: Anoche conocí a Cristo y ahora he cambiado mi caballo de lugar. Cuando conocemos a Cristo ya no ponemos nuestro caballo en el pecado sino que lo ponemos en la iglesia. Ya no vamos en pos del mal sino del bien. Ya no estamos muertos sino que estamos vivos en Cristo. Ya no estamos en maldición sino que estamos en bendición. Si hemos aceptado a Cristo y hacemos su voluntad somos parte de la iglesia invisible. Por supuesto que debemos congregarnos y tener comunión con otros hermanos. Pero jamás debemos olvidar que Dios desea que seamos parte de las dos iglesias, la visible y la invisible.


julio césar cháves

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