domingo, 4 de abril de 2010

Fausto, Mefistófeles y los cristianos

El diablo, también conocido como Mefistófeles, es el más terrible y siniestro de los seres que habitan el mundo. Muchos dicen que es un personaje literario inmortalizado por escritores de todas las épocas. Y uno de los escritores que inmortalizaron la obra de Mefistófeles en la literatura, es Goethe. Aunque Fausto no es mérito de él, sus obras Faustos I y II, describen genialmente la relación del diablo con los seres humanos. “Fausto, dice la enciclopedia libre http://es.wikipedia.org/wiki/Fausto es un personaje de ficción, protagonista de varias obras literarias y musicales, inspirado en un mago que se supone que vivió entre el siglo XV y el siglo XVI. Proclamaba que había vendido su alma al diablo para obtener sabiduría. El Fausto histórico nació probablemente en 1480 en la ciudad de Knittlingen, situada en el actual Estado Baden-Württemberg; se dice que murió en 1540 en Staufen im Brisgau, quizá debido a una explosión durante un experimento con sustancias químicas. Se supone que vivió en Colonia, en Leipzig y en otras ciudades. Su nombre pudo ser Georgius Faustus. Martín Lutero, el fundador de la Reforma protestante, le atribuyó poderes diabólicos. Philipp Melanchthon, otro gran reformador, afirmaba haber conocido en persona a Fausto.

Según Melanchthon, el lugar de nacimiento de Fausto había sido un pueblo llamado Kundling, no lejos de Bretten, lugar donde él nació; decía que Fausto andaba siempre con dos perros que eran demonios”. Aunque no se sabe si Fausto fue un personaje histórico real o es simplemente un ser literario, de la obra de Goethe extraemos muchas enseñanzas que nos señalan la importancia de buscar a Dios como la única fuente de nuestra redención y perfección humana. La filosofía central del Fausto es la encarnación del alma humana oscilando entre el ideal inalcanzable y la realidad insatisfactoria, el mismo pacto con Mefistófeles expresa la imposibilidad del perfeccionamiento humano por uno mismo. El gabinete de estudio permuta por el mundo, por los espacios humanos y por el túnel del tiempo de la antigüedad a la Edad Media y viceversa, llegando finalmente al momento de su muerte todo esto gracias a su alianza con Mefistófeles (el que todo lo niega, de aquí todo su contenido nihilista; palabra que originariamente, Mephostophiles; una de las hipótesis mas aceptada de donde proviene esta palabra es la que lo hace derivar de tres palabras griegas:de la partícula negativa, el sustantivo (luz), y el adjetivo (el que ama), es decir; “el que no ama la luz“), todo junto hará que nos adentremos en un viaje onírico a través de todas las facetas humanas. El hombre fáustico es aquel que busca la sabiduría y la perfección lejos de Dios y al final de todo, termina perdiendo su vida sumida en total oscuridad espiritual y moral. Porque en realidad Mefistófeles no es un mito sino una realidad que atenta contra Dios y contra todas aquellas personas que desean hacer la voluntad de su creador. Cristo dijo que no esta con él, esta en su contra. Es decir, si no estamos con Dios, estamos del lado de Mefistófeles. La verdadera libertad y perfección de los seres humanos se encuentra en acercarse a su creador. Únicamente Dios sabe lo que necesitamos. En realidad lo único que necesitamos es a él. Si vivimos en contra de Dios, entonces estamos destruyéndonos a nosotros mismos y a los demás. El que no tiene tiempo para Dios tiene tiempo para sufrir en manos de Mefisto. Al observar la realidad humana de nuestro tiempo, advertimos los males que aquejan a los hombres y estos se deben a que los seres humanos han rechazado la voluntad de Dios para sus vidas. Únicamente el hombre que se entrega completamente a Dios es el que tiene verdadera libertad y encuentra la felicidad perdurable. En que se pone en las manos de Dios, se encuentra consigo mismo, con los demás y le encuentra el sentido a la vida, más allá de la complejidad de la existencia. Porque en Dios somos completos. Seamos valientes y dejemos que nuestro Señor ilumine con su luz nuestros pensamientos de tal forma que reconozcamos que la única fuente de paz es Dios. Como dijo San Agustín, únicamente encontramos descanso en Dios.

julio cèsar chàves www.juliochaves.blogspot.com

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