
Los historiadores cuentan que durante el siglo I y II de nuestra era, los mártires cristianos que los romanos cruelmente arrojaban a los leones, solían recibir de buen agrado ese destino, pues lo consideraban como una oportunidad de evidenciar públicamente su Fe. El historiador Elaine Pagela, en su obra The gnostic gospels, cita ciertas cartas en las que los cristianos suplicaban a sus amigos que no intercedieran para salvarlos de la muerte. Motivados por su celo de imitar literalmente los hechos de la vida de Cristo, los mártires competían entre sí, exhibiendo toda la paciencia posible; cantaban himnos y miraban hacia arriba con expresiones de angélica alegría, en tanto las bestias los atacaban con sus garras y filosas dentaduras. Respecto a estos hechos hay relatos de asombrados espectadores romanos. El cristianismo conquistó al mundo pagano, tanto cuanto por otras causas, comenzando por provocar en la mente pagana un respeto deslumbrado y demostrar indudablemente que la voluntad humana se impone sobre la materia y no a la inversa. “No hay nada imposible: existen medios para conseguir todas las cosas. Si poseemos suficiente voluntad, tendremos a nuestro alcance muchos de estos medios”, dijo La Rochefoucauld.
La voluntad es la madre de las grandes acciones. En lo religioso, lo político, lo social, todo depende de la voluntad. Los hombres exitosos son aquellos que empiezan algo y lo terminan. La dedicación, la disciplina, la diligencia, el esfuerzo diario, son elementos necesarios si pretendemos realizar cosas. Cuando no hay voluntad se pierden oportunidades y el tiempo se nos escapa de las manos. La pereza y la inconstancia conducen al fracaso y la mediocridad. Únicamente las personas de naturaleza conformista están contentas con sus vidas sin sentido, sin propósito. La vida de una persona se mide por su voluntad y por sus valores. Las persistentes buenas acciones dicen mucho de un hombre. La pereza denigra, degrada, empequeñece, pero la voluntad firme engrandece. La voluntad transforma lo ordinario en extraordinario.
“Nuestra voluntad es una fuerza que dirige a todas las demás, cuando la gobernamos inteligentemente”.
Buffon.
“Nada le es imposible al hombre de voluntad”.
Mirabean.
“El grosor de los muros es menos importante que la voluntad de conquistarlos”.
Tucídides.
“Rara vez han favorecido las circunstancias a los hombres eminentes, sino que hubieron de abrirse paso a través de toda clase de impedimentos y obstáculos”.
Jhon Milton.
La voluntad es la madre de las grandes acciones. En lo religioso, lo político, lo social, todo depende de la voluntad. Los hombres exitosos son aquellos que empiezan algo y lo terminan. La dedicación, la disciplina, la diligencia, el esfuerzo diario, son elementos necesarios si pretendemos realizar cosas. Cuando no hay voluntad se pierden oportunidades y el tiempo se nos escapa de las manos. La pereza y la inconstancia conducen al fracaso y la mediocridad. Únicamente las personas de naturaleza conformista están contentas con sus vidas sin sentido, sin propósito. La vida de una persona se mide por su voluntad y por sus valores. Las persistentes buenas acciones dicen mucho de un hombre. La pereza denigra, degrada, empequeñece, pero la voluntad firme engrandece. La voluntad transforma lo ordinario en extraordinario.
“Nuestra voluntad es una fuerza que dirige a todas las demás, cuando la gobernamos inteligentemente”.
Buffon.
“Nada le es imposible al hombre de voluntad”.
Mirabean.
“El grosor de los muros es menos importante que la voluntad de conquistarlos”.
Tucídides.
“Rara vez han favorecido las circunstancias a los hombres eminentes, sino que hubieron de abrirse paso a través de toda clase de impedimentos y obstáculos”.
Jhon Milton.
julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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