martes, 9 de junio de 2009

¿Por qué tenemos que sufrir tanto?

Los cristianos no estamos exentos del sufrimiento. De hecho, estamos expuestos al sufrimiento, la enfermedad y la muerte como cualquier ser humano sobre la faz de la tierra. A veces creemos estar seguros y confiados y de repente la tragedia irrumpe en nuestra vida como un rayo. Ahí, en medio del dolor, con lágrimas en los ojos, dudamos de la existencia de Dios y nos sentimos desilusionados por él. Entonces, nos preguntamos: ¿Por qué Dios guarda silencio? ¿Por qué no interviene a nuestro favor?
El apóstol Pablo también conocía estas preguntas, conocía el dolor y la soledad, pero en vez de dejarse dominar por el dolor, él siempre dejaba que Dios empleara su sufrimiento para glorificarse en su vida. El apóstol conocía las respuestas de Dios. Incluso con su muerte glorifico a Dios. Siempre se adelantaba a las circunstancias, siempre entendió que Dios mostraba su fuerza en sus debilidades. Por eso escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece…”.
Helen Keller es otro clásico ejemplo de cómo podemos vencer las limitaciones que nos impone la vida. Esta mujer nació ciega, sorda y muda, tenía muchas razones para descreer de la existencia de Dios. Tenía razones de sobra para sentirse desilusionada con Dios. Sin embargo, ella decía: “Doy gracias a Dios por estas limitaciones físicas, pues por medio de ellas me encontré a mí misma, y encontré mi trabajo y mi Dios”. Dios interviene a favor de los hombres. Él se preocupa por nosotros. Quizá a veces guarda silencio, parece como que esta ausente, pero él esta aunque no notemos su presencia.
“No tienes por qué sentare afuera en la oscuridad. Sin embargo. Si quieres mirar a las estrellas, descubrirás que necesitas esa oscuridad. Las estrellas no la exigen ni la demandan”, dijo Annie Dillard. La palabra del Señor enseña que Dios permite el sufrimiento en los cristianos a fin de que podamos glorificarlo a él en nuestras vidas. Además Dios permite el sufrimiento porque de este modo puede llevarnos al arrepentimiento y puede hacer que confiemos en él. Él quiere que lo tengamos a él con nuestra fuente de vida. No necesitamos de nadie. Él es nuestra fuente. Solo dependemos de él. Nuestra vida puede dar fruto únicamente si permanecemos junto a él. Otra de las razones del sufrimiento de los cristianos es que, según las sagradas escrituras Dios utiliza el sufrimiento a modo de proceso para disciplinar, corregir y moldear nuestra personalidad. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…”. (Romanos 8:28).

Julio césar cháves

escritor78@yahoo.com.ar

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