martes, 9 de junio de 2009

Mente próspera


Algunos creen que la prosperidad esta únicamente relacionada con el dinero, pero se equivocan. En realidad, la prosperidad es un estado mental, es una actitud. Si le atribuimos nuestra felicidad a nuestras posesiones es porque no sabemos en que consiste la verdadera prosperidad. Lo cierto es que la prosperidad esta íntimamente relacionado con nuestros pensamientos.

Una de las causas de los males de la humanidad es el amor al dinero. Las personas hacen lo que sea por conseguirlo, incluso están dispuestos a hacer todo tipo de males. En este siglo XXI la preocupación predominante de la gente pasa por el plano material. Tener y aparentar parece ser el fin de sus vidas, pero lamentablemente el que tiene amor al dinero lo único que encuentra para su vida es insatisfacción y falta de paz. La verdadera prosperidad consiste en amar a Dios sobre todas las cosas. Esto nos da la capacidad de disfrutar de la vida y de contentarnos cualquiera sea nuestra situación económica. Dios es el dueño de todo. Hageo 2:8 y 9 dice: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos”.
Una de las razones que empuja a que muchos individuos busquen acumular riquezas compulsivamente, incluso cuando les sobra el dinero, es por carencias de afectos con quienes compartirlos y además la acumulación de dinero nos hace sentir seguros y poderosos. Los cristianos sabemos que todos los seres humanos somos prósperos ya que podemos disfrutar de nuestra salud y bienestar espiritual. A veces estamos tan obsesionados por conseguir lo que no tenemos que nos olvidamos de apreciar lo que ya tenemos. Y lo que es aún más grave es que desear lo que no tenemos disminuye nuestra estima y nos deprimimos y nos sentimos mal porque no hemos conseguimos lo que tan desesperadamente deseamos. Esto no es buscar la prosperidad, este deseo de lo que no tenemos es nada más y nada menos que vacío espiritual.
Dios no creó para que disfrutemos de la vida. El éxito y las riquezas de nuestro Padre Celestial es lo que nos corresponde. Él lo hizo todo pensando en nosotros. De hecho, dijo que no nos preocupemos por el día de mañana porque cada día tiene su propio mal. Además nos dijo que él no deja a los justos desamparados ni permite que su simiente mendigue pan. Jeremías 29:11 al 12 dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que separaréis. Entonces me invocareis, y vendréis y orareis a mi, y yo os oiré”. ¡Piensa prosperidad!


Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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