sábado, 21 de marzo de 2009

Padres que acosan moralmente a sus hijos

A través de alusiones malintencionadas, sarcasmos, comentarios impertinentes, ofensas, desprecio, desacreditación, descalificación, rivalidad y todo tipo de artimañas perversas, muchos padres acosan a sus hijos, manipulándolos, controlándolos, coartándoles la libertad. Como muchos hijos viven con sus padres y dependen económicamente de ellos, los padres se aprovechan y sacan ventaja de su paternidad.

Los padres acosadores destruyen a sus hijos con miradas, palabras, todo tipo de humillaciones y mentiras. El padre acosador se gana a su victima a través de diferentes acciones sin utilizar aún su potencial violento. En ciertas oportunidades para desestabilizar a su víctima no se dirige a ella directamente sino que ataca a algún familiar cercano, el novio, la novia o incluso el marido o esposa de la víctima. La otra fase, violencia manifiesta, consiste en paralizar a la víctima. Crea una relación de dependencia que hace al agresor sentirse omnipotente y no permite que la víctima reaccione, por dejarla inmersa en duda y culpabilidad. El perverso no destruye a su víctima rápidamente sino que lo hace con sutilezas, mentiras, paulatinamente, hasta agotar las fuerzas del acosado, de tal modo que el perverso tome el absoluto control de su víctima, sometiéndolo a un sin fin de torturas psicológicas y emocionales.
Para el padre perverso los hijos son bienes de consumo, objetos utilizables, descartables. Jamás expresará alegría por una victoria del hijo sino que mirará con lupa sus errores hasta encontrar los puntos débiles. Generalmente los hijos cometen una y otra vez el mismo error de volver a confiar en sus padres perversos. Fundamentándose en esta confianza los agresores será cada día más controladores, dominantes y seguros de su poder, mientras que el hijo agredido se hundirá en la culpa, la depresión y el aislamiento. Y la confusión llega a ser tan profunda que el hijo es incapaz de reaccionar, perdiendo su identidad y libertad. Este accionar del agresor pone a la víctima en una actitud defensiva, lo que genera nuevas agresiones. El perverso no es un enfermo psíquico, sino la fría racionalidad que lo hace incapaz de considerar a los demás como seres humanos. Según un estudio el padecimiento de los hijos de este tipo de acoso deja secuelas y heridas a largo plazo .La víctima puede sufrir algunas de las siguientes alteraciones:
• Ansiedad generalizada
• Infravaloración
• Problemas de atención, concentración y memoria
• Adicciones
• Somatizaciones, alteraciones del sueño
• Aislamiento, evitación, irritabilidad, agresividad,
• Depresión grave, suicidio
• Disminución del deseo sexual
• Separación matrimonial

Lamentablemente no hay leyes que nos protejan del acoso moral en el hogar y además, estas agresiones son muy difíciles de probar por su carácter silencioso ya que además de necesitar testigos y nadie esta dispuesto a defender a nadie. Como primera medida, lo mas sano es rápidamente alejarse del agresor y, si hubiese alguna posibilidad de demostrar con testigos este maltrato, talvez se pueda llevar el caso a la justicia.

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar