martes, 24 de marzo de 2009

Esclavos del qué dirán


Muchas personas siguen las normas impuestas por otras personas por miedo al qué dirán. Piensan erráticamente que deben seguir las normas impuestas por otros por obligación. Lamentablemente para muchas personas ignorantes el qué dirán las condiciona y no son ellas mismas. Sus pensamientos y opiniones están condicionados por otros. En fin, los esclavos de qué dirán están dispuestos a todo, incluso destruir a los demás, con el motivo de quedar bien ante los demás. Pero lo cierto es que para vivir una vida más equilibrada debemos ser flexibles porque lo que hoy criticamos mañana nos puede pasar a nosotros. En toda sociedad se va evolucionando y lo que hoy parece una aberración, mañana se convierte en algo valorado y moderno. En la vida todo cambia y estar preparados para el cambio es crucial si queremos que los demás nos acepten y quieran relacionarse con nosotros.

Por supuesto que tenemos derecho a mantener nuestra opinión, tenemos derecho a pensar diferente a otros, incluso tenemos derecho al debate, pero esto no significa que debamos imponer nuestra opinión. En el mundo hay diversidad y las personas no son todas iguales. Nadie es perfecto y todos hacemos o decimos cosas que caen mal y que muchas veces atraen las recriminaciones de nuestros familiares, amigos o vecinos. Cada familia tiene límites propios entre lo que se puede hacer y lo que no. Unos padres muy rígidos e hiper-exigentes, llenos de normas y prejuicios y juicios morales extremos, inculcarán a sus hijos la necesidad de hacer las cosas “como deben hacerse”, pero esto crea en los hijos rígidos que hará que los hijos se conviertan en esclavos de qué dirán.


El qué dirán jamás debe coartar nuestra libertad de expresión. Claro que hay que debemos atenernos a normas morales y éticas, pero esto no quiere decir que vamos a ser perfectos. De hecho, ¿Quién esta libre de pecado? ¿Quién puede decir que hace todo bien y que jamás lastima o hiere a otras personas? La verdad es que todos cometemos errores y que lo que para unos esta bien quizá para otros no esta tan mal. Los que no queremos convertirnos en esclavos de qué dirán sabemos que tenemos que convivir diariamente con la critica. Jamás podremos ponernos de acuerdo con todo el mundo, es literalmente imposible. Practicar el arte de desdramatizar las cosas es fundamental si queremos ser flexibles. Lamentablemente siempre habrá gente que no estará de acuerdo con nosotros en algo y pondrán en tela de juicio nuestras opiniones. De todas formas, debemos valorar cada opinión y emitir nuestra opinión, sea aceptada o no.

Por miedo al rechazo, condicionados por el qué dirán, muchas personas ceden posiciones y hacen lo que otros quieren porque tienen baja estima y no quieren enfrentarse con la desaprobación. “El problema de este miedo a parte de la frustración que se provoca en la persona cada vez que no realiza una actividad placentera por culpa de otros, es la falta de personalidad que ocasiona. La persona con miedo al que dirán hace por adaptarse a cada situación sin tener en cuenta si desea hacerlo o no. Se convierte en una víctima, hace cosas que no quiere hacer con tal de agradar, cae bien a todo el mundo, todos piensan en lo agradable que es y en lo bien que se porta con ellos, lo que realmente está haciendo es adaptarse a cada situación para siempre estar bien y no crear polémica, preferirá callar y dar la razón antes que dar su opinión y generar conflicto. Debajo de este tipo de personas existe una baja autoestima y una falta de confianza en sus opiniones, probablemente fomentada por una educación rígida llena de normas en la que no se podía decidir por uno mismo y donde todas las acciones eran valoradas en base a la opinión de los progenitores, conseguir la aprobación de la otra persona dándole la razón”. (http://mujer.terra.es/). Creo que no debemos fotocopiar a nadie. Hay que mantener una opinión firme y no hay que temerle al rechazo. Cada persona tiene derecho a opinar y pensar lo que quiera. El mundo hay diversidad. Y siempre debemos recordar que la libertad de una persona termina en la punta de la nariz de la otra. Somos libres de qué dirán…


Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar