lunes, 23 de febrero de 2009

Demasiado grande como para errarle

¡Para el que cree todo es posible!La historia de David y Goliat es una de mis preferidas. Goliat era un gigante capaz de asesinar a miles de personas. El ejército de Israel le temía. Su voz era un estruendo y daba miedo. Pero aunque muchos le temían, David no le temía. Quizá muchos habrán pensado que David era un idealista, un triunfalista que desconocía la realidad a que tenía que enfrentarse, pero lo cierto es que David sabía que aunque Goliat era grande y que podía asesinarlo con una sola mano, David también sabía que tenía una honda y que el gigante era demasiado grande como para errarle. Cuando Goliat vio que los israelíes le enviaron a un niño para pelear, se mofaba de ellos. Luego le dijo a David que iba a darle su cuerpo de comer a las bestias, pero David no tenía ni una pizca de cobarde y le respondió que lo había a matar y le iba a cortar la cabeza porque él venía en el nombre de Jehová de los ejércitos. Y conforme a la fe de David, Goliat fue asesinado por el “niño” David de un hondazo en la cabeza. “Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron”.

Si queremos vences nuestros miedos y limitaciones tenemos que imitar la actitud de David. Tenemos que confiar que Dios puede darnos la puntería y las armas necesarias para vencer a todos nuestros gigantes personales. Nuestra valentía no solo nos afectará a nosotros sino que afectará a todas las personas que nos rodean. Recordemos que cuando una persona cambia, cambia todo lo que le rodea. Del mismo modo que la osadía de David inspiró a los israelíes para que persiguiesen a los filisteos y los vencieran, nuestros seres queridos y nuestros amigos serán inspirados por nuestras conquistas y se convertirán en conquistadores. “Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento”. Antes de que apareciese David en escena los israelíes creían que Goliat era demasiado grande como para vencerlo, pero cuando llegó David les enseñó que el gigante era demasiado grande como para errarle. Ejercitemos nuestra fe como lo hizo David. David se ejercito siendo Pastor de ovejas para proteger al rebaño tuvo que combatir muchos males. Él le dijo al Rey Saúl: “David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de ovejas de su padre; y cuando venia un león, o un oso y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba. Y este filisteo incircunciso, será como uno de ellos, porque ha provocado al ejercito del Dios viviente “Añadió David: “Jehová me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, el también me librara de la mano de este filisteo” (17:34- 37)”. Ejercitemos nuestra fe, venciendo diariamente a los problemas de la vida y nuestra fe crecerá. Pronunciemos palabras de fe como lo hizo el adolescente David y nuestros gigantes se derrumbarán delante de nosotros. Lancemos palabras de fe. Declaremos: “El gigantes es demasiado grande como para errarle…”.

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar