lunes, 24 de noviembre de 2008

La responsabilidad humana y las sanciones divinas

Ser responsable implica responder a otros por lo que somos. La responsabilidad representa libertad. Así pues, lamentablemente la irresponsabilidad es moneda corriente en nuestro tiempo. Los irresponsables van de mal en peor, engañan y son engañados. Con el firme propósito de evadir responsabilidades la mayoría de las personas le echan la culpa de sus errores a los demás. Esto es justamente lo que hicieron Adán y Eva. La primera mujer creada fue seducida por la serpiente, lo que representa al mal en general, y comió del fruto prohibido. Posteriormente Adán fue el segundo en comer del fruto. Cuando Dios apareció en el huerto y le preguntó a Adán porque había desobedecido la orden de Dios, inmediatamente le echó la culpa a la mujer que Dios le dio. En fin, la desobediencia de Adán tipifica al hombre irresponsable. Los seres humanos tenemos libre albedrío, lo que significa que somos conscientes de que nuestras acciones y decisiones tienen un efecto y que cada persona sobre la faz de la tierra es responsable de tal efecto, esto permite que cada uno sea el autor de su propia vida. A través de la responsabilidad podemos disfrutar del libre albedrío, con aciertos y desaciertos, pero siempre respondiendo ante nuestros semejantes, ante Dios y la sociedad por nuestro comportamiento.

Culpar a otros de nuestros malos actos es cómodo ya que nos hace evadirnos, pero al evadirnos lo que hacemos es coartarnos la felicidad. Leí en un blog una opinión sobre la responsabilidad que dice que “la responsabilidad es el reflejo de una madurez emocional, adquirir esa madurez es sin lugar a dudas el resultado de un cúmulo de experiencias que nos brindaron el aprendizaje de que las mejores decisiones son aquellas que tomamos a solas, donde evaluamos los aspectos positivos y negativos de nuestro proceder, donde toda acción parte de nuestras elecciones”. Desde la responsabilidad y la libertad, hemos de aprender a valernos por nosotros mismos, tomando decisiones orientadas por la axiología racional. De la misma forma que Adán fue sancionado por comer del fruto prohibido, siendo expulsado del huerto, ningún ser humano queda impune luego de transgredir las leyes morales, espirituales y físicas que estableció el Creador desde la fundación del mundo. Por lo tanto, cada vez que tomemos una decisión sean consecuentes con nuestros actos. Para terminar quiero resumir todo este artículo en una frase: “Dios no nos castiga por nuestros pecados sino que deja que nuestros propios pecados nos castiguen”.


Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar