sábado, 9 de agosto de 2008

La importancia de saber lo que se quiere



Nietzsche decía que hay que saber lo que se quiere y saber que se quiere. En otras palabras, saber lo que se quiere consiste en fijarnos un propósito, erigir un proyecto de vida razonable, mirar hacia el porvenir con expectativa, buenos presagios. Una persona puede hacer un viaje si conoce su destino. Y si sabemos a donde vamos, también sabemos porque razón vamos hacia ese lugar predeterminado. En nuestro peregrinar por la vida vamos entablando relaciones interpersonales que nos benefician y otras que nos complican la vida. Además vamos relacionándonos con diferentes circunstancias que van dejando mellas indelebles en nuestras mentes.
Así que cuando sabemos lo que queremos y hacia donde va nuestro peregrinar, entonces cuando nos relacionemos con el éxito o el fracaso, le sacaremos el máximo partido a todo cuanto nos rodea. En la vida todo ayuda para bien. Thomas Edison afirmaba que con cada fracaso le quedaba bien claro lo que no debía repetir. Al menos se evitaba un fracaso u obstáculo futuro. Aprendía mucho en la experiencia del fracaso. Registraba bien cada fracaso, lo estudiaba de izquierda a derecha y de arriba abajo, lo mirada de frente y de espaldas. Así es que un fracaso de hoy le permitía resolver errores futuros, incluso inconvenientes con los que todavía no se había topado. El fracaso preparaba su éxito.
En la vida nada sucede por casualidad. Si fracasamos o tenemos éxito es porque nosotros hemos contribuido a que eso suceda. La persona que sabe lo que quiere tiene bien en claro sus metas, sus objetivos. Por supuesto que la vida no nos sirve todo en bandeja, e incluso aunque luchemos por conquistar el éxito podemos cruzarnos con imprevistos en el camino, pero de todos modos cuando sabemos lo que queremos vamos a disfrutar de la vida y tendremos paz con nosotros mismos. Por el contrario, cuando una persona no sabe lo que quiere verdaderamente la pasa mal, es un desdichado. El que no sabe lo que quiere es un infeliz y no tiene tranquilidad emocional, además sufre y hace sufrir a sus semejantes.
Estar desorientado, es decir, no saber lo que se quiere equivale a ser un reloj que marca la hora incorrecta. La inquietud y la intranquilidad oprimen al indeciso e inseguro de su vida. Debemos aprender a conocernos a nosotros mismos, a mirar hacia adentro, descubrir nuestro propósito en la vida y luchar por ello. Recordemos que el éxito es alcanzar lo que se quiere y la felicidad es valorar lo que se tiene. Si no nos gusta algo podemos cambiarlo, si podemos claro. Ahora, si nos topamos con algo que no podemos cambiar debemos aceptarlo. Solamente debemos aprender a diferenciar entre lo que podemos cambiar y lo que no podemos cambiar. En la vida hay que reconocer las virtudes y también aceptar nuestras limitaciones. A veces será necesario sacrificar ciertas cosas, agregar otras y eliminar otras, pero si sabemos lo que queremos seguramente tendremos un pacífico peregrinar. “Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo”, dijo Georges Benjamín Clemenceau.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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