
El odio es el preludio de la violencia. Cristo dijo que no debemos ser vencidos por el mal sino que debemos vencer al mal con el bien. El amor no fortalece, nos convierte sanas, integras.
Cuando amamos buscamos el bien, fomentamos la bondad y construimos la paz. El que odia obtiene placer emocional al verter su violencia sobre otro, pero posteriormente cosecha culpa e insatisfacción y falta de paz. El odio no nos lleva a ningún lado. Si de veraz apreciamos la vida y queremos construirnos, formar una familia, entablar relaciones interpersonales pacíficas, entonces la practica de la bondad debe ser nuestro estandarte.
En vez de dejarnos poseer por el odio debemos dejarnos conducir por el amor. Si Dios es amor, ¿de que sirve ser odio? El odio aleja, el amor acerca. El odio endurece, el amor ablanda. El odio rompe, el amor restaura. Dios bendice a los que aman. El apóstol Pablo, en primera de Corintios 13, dijo que el amor es sufrido, es benigno, no tiene envidia. "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". (1 Corintios 13:4-7).
En síntesis, estudios realizados por neurólogos y científicos estadounidenses dijeron que el amor no se registra como un sentimiento, como es el caso del odio o la alegría, sino que el amor es como una necesidad física, básica, es decir, se presente de modo similar en el cerebro como lo hace el hambre o la sed. En definitiva, volvemos a la antigua definición de que el amor es una necesidad humana.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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