viernes, 11 de julio de 2008

La lucidez del perdedor


En esta sociedad tan narcisista y competitiva es común encontrarnos con hombres que quieren destacarse. La mayoría de las personas quieren ser las mejores, quieren sobresalir a cualquier precio. Al que le gusta el fútbol le gusta que su equipo favorito salga siempre victorioso. En efecto, siempre queremos que lo nuestro sea lo mejor. A nadie le gusta ser el segundo ni le agrada perder. Sin embargo, las personas maduras saben perder. Porque saber perder es de verdaderos ganadores. El hombre sabio no se compara ni compite con nadie, excepto con la mediocridad y la derrota. Hay que reconocer que en ocasiones las cosas no pueden salir bien, antes al contrario, lo derecho se puede torcer y lo que esta sano puede romperse.

En estas ocasiones, precisamente en la prueba de la derrota, es cuando sale a luz la lucidez del perdedor que consiste en aceptar las perdidas y sobreponernos a la adversidad para poder volver a empezar. El que sabe perder jamás cae de rodillas ante el desánimo. Incluso si le quitan la novia sabe que le quitaron la suegra. Lo que no nos mata nos fortalece. Cuando se apaga la luz tenemos que prender una vela. Cuando falta algo tenemos que mirar lo que tenemos. No hay nada más triste que ver a un hombre que no sabe perder. El que no sabe perder puede perderlo todo, incluso su salud mental. Conozco gente que tiene problemas económicos y no quiere desprenderse de nada. Cuando en realidad los asesores financieros dicen que a veces es mejor perder un poco en vez de perderlo todo.

La lucidez en la derrota hace que disfrutemos más de la vida. Hay que saber participar, saber jugar, e incluso saber perder. Cuando sabemos perder quiere decir que también sabemos ganar. El que sabe aceptar las bacas flacas puede gozarse cuando vengan las bacas gordas. El vencedor presuntuoso es un mal perdedor. Tenemos que entender que en la vida nos encontraremos con muchos más fracasos de los que merecemos. Lo peor de todo es cuando nos enfrentamos con las perdidas y consideramos a esas ocasiones como estados permanentes, cuando en realidad son situaciones transitorias. Las derrotas son efímeras. Al valorar las perdidas no solamente nos hacemos más inteligentes sino más fuertes. Saber perder es ser una persona fuerte. Y si aceptamos nuestras perdidas, posiblemente todo lo adverso se convierta en una verdadera victoria.

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

No hay comentarios.: