jueves, 24 de enero de 2008

El mágico hilo guiador


“Lo que sigue es una leyenda griega. Mucho antes de la existencia del pueblo heleno, cuando el gran Minos era rey de Creta, y esta isla era el centro de un floreciente y poderoso imperio, Dédalo construyó en la isla de referencia un intrincadísimo laberinto en el cual irremisiblemente se perdía el que se aventuraba a entrar solo, sin alguna ayuda especial o muy experimentada.

Yacía en las profundidades del laberinto el Minotauro, para encerrar el cual se había realizado en Creta la enmarañadísima construcción, que se caracterizaba por una serie de corredores que se replegaban sin orden alguno en distintos sentidos, de manera que en sus vueltas y revueltas fuera absolutamente imposible orientarse.

Teseo, héroe griego, enamorado de la bella Ariadna, hija de Minos, rey de Creta, decidió trasladarse a la isla, y desafiando al peligroso, resolvió recorrer el laberinto y matar al odioso Minotauro. Pero advertido por la princesa de la irremisible suerte que le esperaba si entraba sin alguna ayuda externa, aceptó de buen grado un ovillo de hilo cuya punta sostenía Ariadna en el exterior. Así pudo recorrer con la gente que lo acompañaba aquel enmarañado laberinto, dar muerte al minotauro, y regresar airoso al exterior como héroe triunfante”.

El mundo de hoy es como una especie de laberinto. Yace en las profundidades de ese laberinto el diablo, Satanás, el enemigo de Dios. Este Minotauro conduce a las personas a la muerte espiritual, a enfermizas perversiones y a la decadencia moral. Los hombres están perdidos dentro de este planeta de vanidades y espejismos. Los jóvenes andan desorientados y confundidos. La corrupción moral es un virus pandémico. La sociedad está bañada de llantos angustiosos. Por todos los medios de comunicación caminan, como una procesión a paso lento, las almas sufrientes y llorando lágrimas de sangre y desesperanza. Muchos individuos dicen que Dios es injusto porque castiga a los inocentes. Pero nadie reconoce sus pecados. La mayoría de los seres humanos están perdidos en la selva oscura de la perdición, donde abundan las lujurias y los vicios malsanos que apartan a los hombres de las virtudes cristianas. El Dr. Billy Graham dijo: “Uno de los más devastadores efectos del pecado es que ciega al hombre a sus propios pecados”. Las almas afanadas por la codicia y la maldad deambulan por las calles de la ciudad perdida en las tinieblas. Los pecadores someten la razón al pecado. Y las personas comunes experimentan en sus mentes lo más trágico y horrendo que un mortal puede experimentar: recordar el tiempo de paz y alegría en la tormenta de la desgracia. Los ánimos airados son controlados por la soberbia, la codicia, los celos, la envidia y la avaricia. El deseo de riquezas, de autos 0KM., de opulencia, condena a muchas almas. 2 de Corintios 4:4 dice: “El Dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.

Muchos seres humanos entraban en el laberinto de Creta y perecían bajo las garras del minotauro. Lo mismo está pasando en el mundo actual. Son muchas las almas que sucumben ante Satanás, el Minotauro asesino. Debido a que nadie puede lidiar con el Minotauro por sí solo, es obvio que necesitamos un mágico hilo guiador. El hilo guiador es el libro de Dios, la Biblia. La palabra de Dios nos orienta y nos guía en aras de una vida superior en acorde a la voluntad de Dios, que está especificada en las páginas de la Santa Biblia. La Biblia es el mágico hilo guiador y el Espíritu Santo cumple la misma función que Ariadna, pues nos guía fuera de las vanidades de este mundo efímero. Sin Dios y sin el mágico hilo guiador que él nos ha provisto, estamos perdidos y somos presa fácil de las legiones de demonios que están confundiendo las mentes y destruyendo al mundo moderno. La Biblia, el mágico hilo guiador que Dios nos ha legado, nos ayuda a ir rastreando el camino de salida del oscuro y tenebroso laberinto en el cual se halla la humanidad toda. En la Santa Biblia encontramos la explicación del proceso, la causa y los efectos del caos social, que contemporáneamente acosa y agobia al mundo del siglo XXI. Esa explicación se halla en 2 de Timoteo 3:13 donde se describe la característica de las personas de los últimos tiempos: “Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”.

Las personas del siglo XXI están bajo el poder de la avaricia, el individualismo y la vanidad. Antes los hombres eran hombres, eran seres humanos con dignidad, mas ahora todos son leña para el fuego de los genocidios y los holocaustos de inocentes y justos. Las lenguas están inflamadas de mentiras, vanilocuencias, sofismas y acoso moral. Legión de diablos de fornicación conducen a muchas almas a la prostitución y el amor libre y sádico. Algún día, los que ahora se ríen de las calamidades ajenas, llorarán eternamente por sus pecados. Los demonios, cornudos de maldad, flagelan las espaldas de las personas porfiadas que no quieren hacer la voluntad de Dios. Las mujeres caminan despacio con caras cansadas y pesarosas. Los niños no tienen qué comer. Los jubilados ganan una miseria. Todo esto que he descrito, son las horrendas tortuosidades del mundo actual. Así pues, por supuesto que hay una salida. Esa salida es la palabra de Dios. Allí, en la páginas de la Biblia, es donde el arquitecto del cielo y la tierra, ha dejado registradas, por inspiración divina, las verdades cardinales que han de iluminar nuestro camino y que han de proporcionarnos la clave para vivir de forma dichosa, en plena armonía con Dios, con nuestros semejantes y claro pues, con nosotros mismos.

La Biblia es el mágico hilo guiador y el Espíritu Santo, la tercera persona del Dios trinitario, es quien nos ilumina el entendimiento para que podamos entender lo que Dios nos quiere decir a través de su eterna palabra. En este tiempo crucial en que la Argentina y la civilización humana atraviesa la máxima crisis de su historia, en esta hora de confusión moral y trágica zozobra que abruma al mundo entero en que a simple vista parece que nuestras esperanzas se desvanecen completamente, en esta época de evidente incertidumbre, es hora de que prestemos atención a las santas escrituras, pues es allí donde encontramos verdadera orientación moral y espiritual. La Biblia es un libro de inspiración divina que causa una ennoblecedora influencia en todo ser humano. La Biblia cambia radicalmente hasta el más duro y deformado corazón humano. La Biblia es el libro que viene en nuestro auxilio en este tiempo de naufragio social, cultural y político, para actuar como un mágico hilo guiador y para establecer cual es el verdadero camino a la auténtica comunión con el creador del cielo y la tierra. La Biblia es lo que sostiene a los verdaderos cristianos. Los verdaderos cristianos jamás aceptan doctrina alguna ni precepto sin antes cerciorarse de si los autoriza la palabra de Dios. Alguien dijo: “Los credos antiguos de la Iglesia cristiana, entre los que hay algunos que tienen cerca de mil setecientos años, afirman: la Biblia es la regla infalible de fe y práctica; y resulta tan práctica en la actualidad, para traer armonía y paz a la tierra, como en cualquier época. Sería trágico que no reconociéramos el lugar que deben ocupar las escrituras en nuestras vidas o que permitiéramos que los principios que exponen el propósito de Dios para la humanidad cayeran en desuso. Hoy nos hace falta la palabra de Dios como nunca antes en la historia”. (Esto lo escribió el Dr. Billy Gran en el prólogo de su libro ‘Aviso de Tormenta’).

Julio C. Cháves escritor78@yahoo.com.ar

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