miércoles, 12 de diciembre de 2007

La ley de la reciprocidad

Jesús dijo: “Dad, y se os dará”. “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. (Lucas 6:38; 6:31). Si hacemos el bien lo más probable es que nos hagan el bien. Si ayudamos lo posible es que recibamos ayuda. Si amamos es indudable que seremos amados. Por el contrario, si hacemos el mal es natural que nos vayan a devolver mal. Si golpeamos a alguien es posible que nos golpeen. Porque lo que damos es lo que vamos a recibir. Ciertamente todos los seres humanos sentimos la necesidad de retribuir los favores o maldades que nos hacen, esto constituye nuestra estructura psicológica. Siempre queremos devolver lo que nos hicieron. Estamos condicionados por la ley de la reciprocidad. “El antropólogo Marcel Gauss dice que por lo general el ser humano se siente obligado a aceptar el favor que se le ofrece, y se siente, asimismo, obligado a retribuir dicho favor, incluso si no lo ha solicitado”.
Si somos amables serán amables con nosotros. Para bien o para mal, la ley de la reciprocidad es una ley inmutable. Dar es fundamental. Y no estoy hablando de dar de lo que tenemos, estoy hablando de dar de nosotros mismos. Porque cuando damos de lo que somos es cuando realmente damos. Hace poco leí un libro titulado Lo bueno de ser bueno, donde los autores dicen que haciendo el bien, siendo compañeros, siendo buenas personas, somos más eficientes y competitivos, y resulta mucho más fácil alcanzar el éxito que tanto deseamos. “Una mañana de 1985, el Dr. Cialdini leyó en el periódico que Etiopía había donado 5.000 dólares al gobierno de México para ayudar a paliar los efectos del terremoto que asoló la capital del país. La noticia era asombra: ¿Cómo podía Etiopía, que vivía una avasalladora crisis de hambre y de miseria, hacer aquella donación? La curiosidad le instó a investigar, pero un periodista, también alertado por la noticia, ya lo había hecho por su cuenta y había publicado las conclusiones. Ese periodista descubrió que en 1935, cuando Italia invadió Etiopia, México se había manifestado a favor del país africano. Cuando Etiopía quiso agradecer el gesto al gobierno Mexicano, éste respondió: “Sabemos que ustedes harían lo mismo por nosotros”. Pasados cincuenta años, la deuda de gratitud para con el gobierno de México todavía estaba en la mente y en el corazón del gobierno de Etiopía”. Este es un claro ejemplo de la ley de la reciprocidad. “Dad, y se os dará”, dijo Jesús. Ejercer la bondad, hacer el bien, dar de lo que uno tiene y de lo que uno es a la corta o a la larga trae resultados positivos.

Julio cèsar chàves
escritor78@yahoo.com.ar

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