miércoles, 12 de diciembre de 2007

El verdadero arrepentimiento



El orgullo y la incredulidad han cegado la mente humana y la ira de Dios se ha declarado contra los impíos y la obstinada autosuficiencia humana hace inevitable la condenación de la humanidad. Las espantosas crueldades perpetradas a través de la historia evidencian el poder destructivo del pecado y la desobediencia. Cuando los seres transgreden las leyes divinas sobrevienen el dolor y la muerte. Dios no es un verdugo que asume la actitud de castigo con el pecador sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia y salvación. Cuando los seres humanos rechazan a Dios deben atenerse infaliblemente a las consecuencias de sus decisiones. Lamentablemente la humanidad, al rechazar a Jesucristo, esta anunciando su destrucción. En efecto, los pecadores se destruirán a si mismos y perecerán víctimas de su maldad.
El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios y únicamente encuentra descanso en Dios. Mientras los individuos se dediquen a los placeres de este mundo, mientras busquen el poder, las riquezas y la fama, y dejen de lado a Dios, nunca tendrán paz. Ahora, ¿Qué deben hacer los que realmente tienen el deseo de encontrar a Dios? La respuesta es sencilla. Reconocer su condición de pecador, arrepentirse de sus pecados y confesar a Cristo. El salmista oro: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmo 51:10). La evidencia de ser verdaderamente cristiano se encuentra en relacionarse personalmente con Jesucristo. Cristo es el cristianismo. “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”, dice Juan 8:36. “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, declara Juan 1:29. Desde que el primer hombre peco la naturaleza humana yace desquiciada, desequilibrada. Muchas dicen que con el simple hecho de ser buenas personas podemos acceder al cielo, podemos ser salvos, pero la verdad es que por causa del pecado los seres humanos son malos. El profeta Jeremías dijo que el corazón humano es engañoso, perverso, más que todas las cosas. (Jeremías 17:9).
Muchos pensadores dicen los seres humanos son una consecuencia de su entorno, del ambiente, pero la palabra de Dios dice que lo malo del hombre no proviene de afuera sin de adentro del corazón. De hecho, en el libro de Génesis Adán y Eva pecaron en un ambiente, en un contexto perfecto. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia de Dios tiempos de refrigerio”. (Hechos 3:19). En fin, Cristo es la salvación del mundo.

Julio cèsar chàves
escritor78@yahoo.com.ar

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