jueves, 13 de diciembre de 2007

Dios va en mi barca

Mateo 8: 24-27 cuenta: “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ! Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”.
La tempestad en el mar de Galilea representa la travesía de la vida. La tempestad simboliza el caos, la crisis. Las tempestades aparecen cuando nos sentimos màs seguros y confiados. A lo largo de la vida van apareciendo diferentes tempestades que procuran hundir nuestra barca. Intentamos capear las olas pero el viento, la lluvia y la desesperación abruman nuestras mentes y nuestros corazones. Lo único que nos da seguridad emocional en estas circunstancias es la confianza en Dios. Si Jesús van con nosotros en nuestra barca no tenemos porque temer ya que él cuida de nosotros. Cristo nos cuida, nos da paz y calma nuestra tempestad en calma. Nadie puede decir que no necesita de Jesús. Tengamos en cuenta que algunos de los discípulos eran pescadores experimentados y de todos modos tuvieron miedo. Por otro lado, el contraste entre la actitud de Jesús y los discípulos es enorme. Jesús dormía tranquilamente, símbolo de paz y confianza en Dios, mientras los discípulos lo increparon diciendo que pasaba que no hacía nada por ellos. Pero Jesús los amaba y por eso calmó la tempestad.
El hecho de que la barca se llenara de agua indica que la posibilidad de hundirse era posible. Lo mismo nos pasa a nosotros. Las tempestades de la vida hacen que entren agua en nuestras barcas y la posibilidad de hundirnos esta a la vista, pero lo màs importante de este relato es que Jesús va en la misma barca que sus discípulos, por tanto, él van con nosotros en nuestra barca. No estamos solos en medio de la tempestad. Dios va con nosotros. Dice San Agustín con respecto a este relato: “Oyes una palabra injuriosa: Ahí está el viento, ved ahí la ola..., entra en peligro la nave; tu corazón entra en peligroso vaivén. Oído el ultraje, se alza el deseo de venganza. Si te vengas, tu naufragio es un hecho... ¿Por qué naufragaste? Por ir Cristo dormido en ti. Cristo dormido en ti significa que te has olvidado de Cristo. Despiértale, pues; tráele a la memoria. Tentación que nace, he ahí el viento; turbación que viene, he ahí las olas. Despiértale a Cristo...” (Sermón 63, 2-3).
Jesús calma nuestra tempestad. Confiemos en nuestro Dios. Él esta en control. Nuestras barcas pueden llenarse de agua, pero Dios esta en nuestra barca protegiéndonos. Decite a ti mismo: Dios va en mi barca…
Julio cèsar chàves
escritor78@yahoo.com.ar

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