sábado, 27 de octubre de 2007

La injusta comunidad global



Antaño, el planeta tierra era un lugar compuesto por continentes, mientras que ahora es una pequeña comunidad global. Sí, estamos globalizados. Economía globalizada. Relaciones humanas globalizadas. Interdependencia mundial globalizada. Actualmente, los pensamientos de los hombres, se desplazan de continente en continente. Las ideas viajan a través de Internet. Antes las personas se comunicaban cara a cara. Ahora lo hacen por medio del teléfono o a través del correo electrónico. La tecnología ha hecho posible la aldea global. Es cada vez más asequible ir a cualquier lugar del mundo. Para muchos intelectuales, la globalización es algo positivo, ya que permite un mundo más próspero y hace más asequible la solidaridad global, universal. Hay muchas personas que afirman que el mundo se ha enriquecido cultural y científicamente. ‘Gracias a la globalización -decían ciertos pensadores- lograremos erradicar el hombre del mundo’. A simple vista, la globalización parece ser un camino positivo. Pero lo cierto, es que la globalización es más negativa que positiva.
La globalización de la economía ha agigantado la brecha entre ricos y pobres. En nuestra pequeña aldea global el hambre coexiste con la opulencia de muy pocos. Las enfermedades como el sida se han convertido en pandemias globales. Ya no hay continentes. Hay un solo mundo injustamente globalizado. La equidad social y los derechos humanos han sido dejados de lado. Lo único que importa para todos es el progreso tecnológico y económico. La globalización es nefasta porque deja de lado al pobre y beneficia únicamente a los ricos. La economía global está controlada por entidades que solo se interesan por el dinero y nada más. Las cuestiones humanas, no le interesan a nadie. La Internet, el cine, y la televisión, nos bombardean con valores materialistas. Las riquezas del mundo están en las manos de unos pocos individuos, mientras que los pobres viven con las mentes y sus cuerpos atrofiados por la mala alimentación.

Todos somos parte de una global máquina masiva. El mundo globalizado no se encuentra en buenas condiciones, pues abundan las hambrunas globales, las guerras globales, las pandemias globales, las soledades globales, los abortos globales, los holocaustos de inocentes globales. El mundo está en ruinas porque se ha olvidado de la regla de oro. La regla de oro es un principio que debemos tener en cuenta. Siempre debemos recordar que encontraremos gente buena si somos buenos. Si le sonreímos a los demás recibiremos sonrisas de regalo. El mundo está como está por causa del egoísmo global. Las relaciones humanas están mal por causa del narcisismo global. La economía está mal por causa de la falta de reciprocidad global. Los corazones están mal por causa del antropocentrismo global.
La única salida de la globalización es un gobierno teocrático global. Dios es el único que puede instaurar un gobierno justo, equitativo. Sin embargo, sabemos que un reino teocrático no es asequible, pues muchas entidades internacionales se opondrían a esta estúpida idea mía. Así, pues, debemos tener estas trascendentes palabras que beneficiarán nuestras vidas globalmente: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. (Lucas 6:38). La globalización teocrática llegará cuando Cristo venga por segunda vez. Mientras tanto, debemos poner en práctica la regla de oro para que nuestras vidas sean bendecidas. El Dr. Billy Graham dijo: “Es Cristo quien tiene el control, y él es el que ha de determinar el futuro”. Mientras tanto no podemos quedarnos inactivos, puesto que debemos seguir viviendo conforme a la regla de oro, en una injusta comunidad global.
Julio C. Cháves
Escritor78@yahoo.com.ar

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