viernes, 14 de septiembre de 2007

Nínive no puede esperar



Este artículo surgió fruto de los comentarios de los lectores en otro anteriormente publicado: Primero pagas, luego adoras.
Veo esto de escribir como parte de mi ministerio, tan importante para mí como predicar en las iglesias. El primer paso para quedar inscrito en un oficio es llamarse como tal: plomero, electricista o escritor. Yo me autodenominé escritor amateur: «como los boxeadores que pelean fuera del circuito profesional, más por el gusto que le tienen al deporte (no a los golpes) que por la remuneración que el mismo pueda representarles». Pero un estudiante de arquitectura no se llama arquitecto por el simple hecho de haberse matriculado en la universidad (sería bastante optimista), es necesario tener algo para mostrar, y justo ahí estaba mi problema.


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