jueves, 13 de septiembre de 2007

La iglesia hidrocefálica


Muchas veces he dicho que la herencia del siglo pasado son unos gordos libros de teología bíblica y sistemática. Ese fue nuestro orgullo y de eso hicimos alarde. En cierto modo fuimos más reaccionarios que cristianos, pues pensamos que por el avance de la ciencia el evangelio se haría irrelevante, o de plano ridículo. Si ya estábamos viajando a la luna no podíamos seguir hablando simplemente de un tal Jesús, ¡Hagamos una ciencia!
Nuestra herencia es peligrosa, no mala. Nos legaron un Dios tipo rompecabezas partido en mil pedacitos de papel repartido en muchos libros. Si quieres conocer a Dios tendrás que ir al seminario. Es bien triste, pero los grandes hombres de Dios en el siglo veinte no fueron los que tuvieron un gran corazón, sino los que lucieron una gran cabeza. El mayor no era el que más amaba, sino el que tenía mucha doctrina y podía deslumbrar la congregación con
estudios bíblicos profundos, gracias a ellos tenemos una iglesia hidrocefálica, con la cabeza más grande que el cuerpo.



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