viernes, 14 de septiembre de 2007

El creyente manipulador


El cristiano manipulador es aquel que quiere imponernos su visión del mundo. Quiere que sintamos como él, que pensemos como él. Este tipo de hermanitos en el Señor utilizan a los demás con el propósito de beneficiarse, engrandecerse. Son fríos, racionales, alexitímicos, secos, distantes, aparentan piedad, pero dentro de su corazón lo único que hay es egoísmo y mezquindad. En algún momento de nuestra vida cristiana nos hemos relacionado con estos hermanos. Por supuesto que todos de una u otra forma, ocasionalmente, procuramos imponer nuestros puntos de vista, nuestras opiniones, sentimientos y pensamientos, pero una cosa muy diferente es hacerlo deliberadamente con el propósito de sacar beneficios propios de las relaciones interpersonales. Cuando un “hermano” siempre busca el beneficio propio y jamás escucha opiniones o puntos de vistas de otros, entonces hay que decir que estamos ante un cristiano manipulador. Este prototipo de cristianos consideran las relaciones interpersonales como un permanente intercambio comercial, lo cual es para ellos un estilo de vida. “Carlyle, por primera vez, en 1864, utiliza la palabra manipulación en conexión con el problema de un influjo innoble sobre los electores. Comienza ahí un deslizamiento semiótico de la palabra. El hombre ya no es sólo manipulador, sino también susceptible de manipulación. El manipulador in-manipulable se percibe ahora a sí mismo como objeto de manipulación. La dualidad tajante sujeto/objeto se diluye en torno al concepto de manipulación. El hombre puede ser a la vez sujeto y objeto de manipulación. El hombre puede ser manipulado, programado, controlado desde fuera de sí mismo. La soberanía inapelable de su dignidad y libertad se desmorona”.
Considerando que existen los manipuladores dentro de la iglesia de Cristo, ¿cómo hacemos para lidiar con ellos? ¿De que modo podemos relacionarnos con ellos sin ser lastimados, utilizados, engañados, manipulados? Lo primero que debemos hacer para lidiar con este tipo de creyentes es identificarlos. Podemos darnos cuenta de que estamos lidiando con uno de ellos sin tal persona busca meter sus manos en nuestros asuntos personales. Si nos chantajea emocionalmente, si nos adula permanentemente, si critica a los ausentes, si nos acosa moralmente, si nos denigra si no pensamos como él, entonces estamos ante un creyente manipulador. A veces no es fácil identificarlos porque la manipulación es sutil, estratégica, engañosa, imperceptible, pero hay que estar atentos porque por intermedio de medios sutiles siempre consiguen lo que quieren. Además hay que tener en cuenta que cualquier creyente puede ser de este modo, incluso un líder. Muchos lideres emplean su influencia para satisfacer sus deseos de poder y reconocimiento. Subestiman a los feligreses, ellos son los visionarios, los que piensan, los que tienen las grandes ideas, los creyentes que son liderados por estos lideres manipuladores jamás crecen, permaneciendo desplazados y postergados. Tanto los liderados y como lideres, si son manipuladores, debemos tener cuidado con ellos.
En un ensayo sobre este tema leí que un 80 % de los manipuladores no se dan cuenta de las verdaderas consecuencias que provocan en los demás: desvalorización, falta de confianza en sí mismos, malestar, estrés e incluso destrucción psíquica. El 20 % restante de los manipuladores si son conscientes de su estado y disfrutan de ese poder. Estos son bastante perversos; se complacen en adoptar comportamientos inmorales, desagradables, y desestabilizadores. No debemos ser ingenuos y confiados. Claro que hay hermanos que son de bendición para nuestras vidas y fortalecen nuestra fe, pero también se encuentran estos hermanos que único que desean es su bien y nada más. Los creyentes somos personas y merecemos ser bien tratados, respetados, valorados. Deben respetar nuestra integridad, nuestra personalidad, nuestra idiosincrasia, lo que somos, independientemente de lo que tenemos o sabemos. En el mundo la gente respeta al fuerte, pero los cristianos no debemos hacer acepción de personas, ni discriminar, ni usar a nadie. Jesús dijo que debemos amarnos los unos a los otros sin fingimiento. Sigamos el ejemplo de Jesús. Jesús amo a los demás sin prejuicios, manipulaciones o engaños. Alejémonos de los creyentes manipuladores y relacionémonos con los hermanos que nos hacen crecer en la fe, nos influencia para bien, nos conducen a la presencia de Dios, no nos subestiman y nos ayudan a desarrollar nuestro potencial.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

No hay comentarios.: