domingo, 16 de septiembre de 2007

De la religión al televisor


Comencé a pensar en la religión como entretenimiento en un viaje que hice a una loma del sur del país el año pasado. Visité la iglesia y quedé asombrado al ver una multitud de gente marchar hacia el templo como si fuera una invasión. Niños, jóvenes y adultos con su Biblia bajo el brazo. Sorprendido, estuve hablando con la gente sobre la vida en ese lejano campo y terminé concluyendo —admito que de forma apresurada— en que no había mucho qué hacer en el domingo: la gallera, el bar o la iglesia. Para las dos primeras se necesita dinero.
Plasmé mis impresiones de aquel entonces en un cuento:
Del campo a la ciudad. El jueves pasado, después de escribir el artículo La barriga postmoderna, donde dije que «la influencia de la religión entró en un proceso de erosión que le ha hecho perder su relevancia como instrumento de contención social», pensé en el que ha sido su sustituto más fiel: el televisor. Ahí recordé el mencionado cuento. Fuente: http://www.pezmundial.com/


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