domingo, 5 de agosto de 2007

Amándonos unos a otros


Este mundo es frágil, falible e imperfecto. En él tenemos momentos de dicha y también momentos de soledad, confusión y desilusión. La vida es heterogénea. Esté lo bueno como está lo malo. Hay felicidad, pero también hay episodios de angustia y tristeza. La vida es diferente todo el tiempo. A veces actuamos de una manera y a veces actuamos de otra. Es imposible que todo nos salga perfecto. Pretender que hagamos todo de una forma infalible es procurar vivir una mentira. Somos un flujo y reflujo de vida, de caminos, de alternativas. Vivir no es una tarea fácil. Y el aprender a vivir en armonía con los demás tampoco lo es. A esto se debe nuestra necesidad de adquirir conocimiento adecuado para amar a nuestro prójimo y poder así desarrollarnos interiormente.
Pues bien, para entablar relaciones humanas positivas hace falta poseer conocimiento correcto. Pero ¿dónde se encuentra ese conocimiento? La simple respuesta es: en la Biblia. ‘Las relaciones bíblicas dentro del cuerpo de Cristo –según la Dra. Lena Janzen y Nicolás Venditti, son definidas en una serie de frases ‘Unos a otros…’ en las epístolas. Veámoslas. En los versículos que siguen se definen las relaciones interpersonales.
Romanos 12:5 dice: “…y todos miembros los unos de los otros”.
Romanos 12:10 dice: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndonos los unos a los otros”.
Romanos 12:6 dice: “Unánimes entre vosotros, no altivos, sino asociándonos con los humildes…”.
Romanos 13:8 dice: “No debáis a nadie nada, sino amaros unos a otros…”.
Romanos 14:19 dice: “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”.
Romanos 15:5 dice: “…os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús”.
Romanos 16:16 dice: “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo”.
2º Corintios 13:12 dice: “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo”.
Gálatas 5:13 dice: “…sino servíos por amor unos a otros”.
Gálatas 5:15 dice: “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros”.
Efesios 4:2 dice: “Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia unos a otros”.
Efesios 4:25 dice: “…hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros”.
Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros”.
Efesios 5:21 dice: “Someteos unos a otros en le temor de Dios”.
Colosenses 3:13 dice: “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviese queja contra otro”.
Colosenses 3:16 dice: “Enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría”.
1º Tes. 3:12 dice: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos como también lo hacemos nosotros para con vosotros”.
1º Tes. 4:9 dice: “…porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros”.
1º Tes. 4: 18 dice: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
1º Tes. 5:11 dice: “Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”.
Hebreos 3:13 dice: “Antes exhortaos los unos a los otros cada día…”.
Hebreos 10:24 dice: “Y consideremos unos a otros para estimularnos al amor y las buenas obras”.
Santiago 5:9 dice: “Hermanos, nos os quejéis unos con otros, para que no seáis condenados”.
Santiago 5:16 dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados”.
1º Pedro 1:22 dice: “Habiendo purificado nuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, misericordiosos, amigables”.
1º Pedro 3:8 dice: “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”.
1º Pedro 4:9 – 10 dice: “Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelos a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.
1º Pedro 5:5 dice: “…y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad”.
1º Juan 3:11 dice: “…que nos amemos unos a otros”.
1º Juan 3:23 dice: “…y nos amemos unos a otros, porque el amor es de Dios”.
1º Juan 4:11-12 dice: “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros”.
2º Juan 5 dice: “…que nos amemos unos a otros”.
Todos necesitamos unos de otros. Nadie puede solo o sola. En estos versículos de la Biblia se encuentran las claves para solución a las relaciones humanas. Es bien sabido que hoy vivimos en una sociedad sumida en el aislamiento y soledad, a esto se debe la vital necesidad que tenemos de considerarnos unos a otros. Es vital que nos demos cuenta que el hombre no fue diseñado para estar aislado, por el contrario fue diseñado por Dios para que entable relación con sus congéneres. El Dr. Leo Buscaglia, en su libro ‘Amar a los demás’, escribió: “No existe el ser o el llegar ser sin relacionarse. Desde un principio, crecemos sintiendo la necesidad e importancia de la proximidad. Nosotros, seres humanos, tenemos un período de dependencia superior al de cualquier otra criatura viviente, al nacer, totalmente, formamos nuestra primera pareja, madre-hijo, y a partir de ese momento cuanto más sofisticada se torna nuestra vida más nos interrelacionamos. En cierto sentido, pasamos toda nuestra vida tejiendo una relación con otra hasta crear un diseño completo, como la tela de una araña. Nuestra misma supervivencia depende de nuestras relaciones. Si en la niñez no recibimos amor de otros seres humanos, nos debilitamos, caemos en la psicosis, la idiotez o morimos. Y adultos, continuamos dependiendo de la solidaridad recíproca para alcanzar nuestras mayores alegrías y nuestro crecimiento más significativo. Damos este proceso por sentado. Pareciera que esto sólo se hiciera evidente en los momentos en que nos encontramos desconectados, separados de las relacione profundas, ya que sea por la muerte, divorcio o separaciones físicas que parten en dos nuestra intimidad y nos dejan solos. Resulta extraño, por lo tanto, que aún sabiendo de nuestra necesidad desesperada de relacionarnos, continuemos, durante la mayor parte de nuestra vida, portándonos en forma vacía e irresponsable, la cual nos lleva a un aislamiento aún mayor”.

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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