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Antes la gente andaba a caballo y en calles de tierra. Pasaron los siglos y la historia mejoró. Ahora hay vehículos que alcanzan velocidades fantásticas. Hoy día, hay trenes bala, aviones súper-veloces, como lo es el Jet Francés Concorde, también poseemos cohetes espaciales y un sin fin de juguetes tecnológicos. Lo cierto es que la velocidad- como dijo el Dr. Jack Van Impe- es la esencia de la humanidad, y está inescapablemente ligada a la frenética búsqueda de la humanidad de un crecimiento extraordinario del conocimiento. El conocimiento está proliferándose. Las bibliotecas albergan cada vez más libros. Las enciclopedias son mucho más grandes que antes. En la actualidad, podemos acceder a Internet y disponer de información actualizada. La información abunda en todos los órdenes. Algunos científicos afirman que el conocimiento se duplica cada un año y medio, quizás mucho más rápido. Las computadoras son cada vez más sofisticadas e inteligentes, están tan ampliamente desarrolladas que cuando la misión del Apolo 13 estuvo a punto de abortar debido a que la nave, por razones desconocidas, se paralizó en el espacio, se requirieron tan solo 84 minutos para descubrir el meollo del problema. Ese mismo trabajo, a una persona con lápiz y papel, le habría llevado aproximadamente 1.000.000 años.
También, por teléfono, una persona puede cruzar el océano en un segundo por medio de un discado directo. Además, con simplemente presionar un botón en el control remoto del televisor, puedo estar sentado en mi casa en Chacabuco mientras estoy cómodamente mirando el mundial de fútbol en Japón. El profeta Daniel declaró: “…la ciencia aumentará”. (Daniel 12:4). Hoy podemos viajar en avión para brincar de continente en continente, mientras los astronautas reparan los satélites en el espacio. Ahora, pues, ¿Es positivo el servicio que está prestando la tecnología a la humanidad? Por un lado sí, pero por otra parte es más negativo que positivo. Escuchemos lo que dijo un político: “La tecnología es la violación de la naturaleza. Hace a un lado la naturaleza. Equivale a separar astutamente la libre disposición de un pedazo de tierra a otro. Cuando la tecnología triunfa, la naturaleza aparece violada, y desolada. La tecnología asesina la vida al violar, paso a paso, los límites establecidos por la naturaleza. Devora a los hombres y todo lo que sea humano. Se calienta con cuerpos. La sangre es su lubricante enfriador”. El autor de este texto es Ernst Niekisch. Él dice que la naturaleza –incluyámonos nosotros, porque somos parte de ella, ha sido violada por la tecnología. Yo creo que hay una película muy representativa de lo que dijo Niekisch que es ‘Metrópolis’ del director Fritz Lang. En este filme se cuenta la historia de una prole obrera oprimida por manipuladores, que con sus máquinas tecnológicas, oprimen y controla subjetivamente, a las masas en aras de su egolátrico bienestar. En algunas secuencias de este filme se puede ver el agotador trabajo en las fábricas, y el gigantesco reloj que solo marca 10 horas-las del trabajo-.
En épocas pasadas muchos objetaban que los adelantos tecnológicos librarían al obrero de cargas físicas en lugar de esclavizarlo, pero lo cierto, es que nuestra urbe demuestra lo contrario. El hombre, hoy por hoy, no ha podido equilibrar lo que piensa con lo que hace, con el corazón como mediador, entre el cerebro y su mano, porque su corazón está contaminado por el pecado. Hoy se confía en lo que no hay que confiar. La diosa ciencia es quién gobierna a la mayoría. Esta es la era de la Internet, filósofos estoicos, y también de personas comunes. La tecnología es el escenario de fondo. ¡¿Llegará el hombre a algún lado con la ayuda de la tecnología?! Sí. En 1932, Aldoux Huxley dio la respuesta en su profético libro de ficción ‘El desafiante nuevo mundo’, donde sugiere una sociedad que se ha deteriorado por la cultura de la droga. Describió a la gente tan temerosa ante la idea de la intimidad que la estaban proscribiendo y reemplazando con una humanidad propagada vía nacimientos en tubos de ensayo. ¿A eso vamos a llegar…?
Julio C. Cháves. Escritor78@yahoo.com.ar
También, por teléfono, una persona puede cruzar el océano en un segundo por medio de un discado directo. Además, con simplemente presionar un botón en el control remoto del televisor, puedo estar sentado en mi casa en Chacabuco mientras estoy cómodamente mirando el mundial de fútbol en Japón. El profeta Daniel declaró: “…la ciencia aumentará”. (Daniel 12:4). Hoy podemos viajar en avión para brincar de continente en continente, mientras los astronautas reparan los satélites en el espacio. Ahora, pues, ¿Es positivo el servicio que está prestando la tecnología a la humanidad? Por un lado sí, pero por otra parte es más negativo que positivo. Escuchemos lo que dijo un político: “La tecnología es la violación de la naturaleza. Hace a un lado la naturaleza. Equivale a separar astutamente la libre disposición de un pedazo de tierra a otro. Cuando la tecnología triunfa, la naturaleza aparece violada, y desolada. La tecnología asesina la vida al violar, paso a paso, los límites establecidos por la naturaleza. Devora a los hombres y todo lo que sea humano. Se calienta con cuerpos. La sangre es su lubricante enfriador”. El autor de este texto es Ernst Niekisch. Él dice que la naturaleza –incluyámonos nosotros, porque somos parte de ella, ha sido violada por la tecnología. Yo creo que hay una película muy representativa de lo que dijo Niekisch que es ‘Metrópolis’ del director Fritz Lang. En este filme se cuenta la historia de una prole obrera oprimida por manipuladores, que con sus máquinas tecnológicas, oprimen y controla subjetivamente, a las masas en aras de su egolátrico bienestar. En algunas secuencias de este filme se puede ver el agotador trabajo en las fábricas, y el gigantesco reloj que solo marca 10 horas-las del trabajo-.
En épocas pasadas muchos objetaban que los adelantos tecnológicos librarían al obrero de cargas físicas en lugar de esclavizarlo, pero lo cierto, es que nuestra urbe demuestra lo contrario. El hombre, hoy por hoy, no ha podido equilibrar lo que piensa con lo que hace, con el corazón como mediador, entre el cerebro y su mano, porque su corazón está contaminado por el pecado. Hoy se confía en lo que no hay que confiar. La diosa ciencia es quién gobierna a la mayoría. Esta es la era de la Internet, filósofos estoicos, y también de personas comunes. La tecnología es el escenario de fondo. ¡¿Llegará el hombre a algún lado con la ayuda de la tecnología?! Sí. En 1932, Aldoux Huxley dio la respuesta en su profético libro de ficción ‘El desafiante nuevo mundo’, donde sugiere una sociedad que se ha deteriorado por la cultura de la droga. Describió a la gente tan temerosa ante la idea de la intimidad que la estaban proscribiendo y reemplazando con una humanidad propagada vía nacimientos en tubos de ensayo. ¿A eso vamos a llegar…?
Julio C. Cháves. Escritor78@yahoo.com.ar
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