martes, 3 de julio de 2007

Acoso moral en la iglesia


En acoso moral o maltrato psicológico en la iglesia ocurre cuando un líder ejerce su poder para conseguir conductas no deseadas por el hermano. Lamentablemente, muchos “líderes”, son esclavos del síndrome el perfeccionismo y el legalismo, lo cual los hace exigentes y contribuye a que se fijen metas de elevadas exigencias, objetivos rígidos, propuestas difíciles de alcanzar, entre otras muchas cosas.


El comportamiento de estos líderes que acosan a sus hermanos es un tanto desconcertante ya que por un lado buscan el bien de los liderados, pero por otro lado no ven lo positivo en los demás. Sus métodos conductuales están basados en premios y castigos. Si sus hermanos hacen lo que ellos dicen son premiados y si no hacen lo que ellos dicen son castigados. No hay comprensión ni empatía. Solamente hay exigencia e intolerancia. El acoso moral en la iglesia tiene que ver con la dimensión personal del líder, quien seguramente tiene ambiciones personales como única finalidad, lo que hace que utilice su don o ministerio para beneficio propio, conforme a sus intereses personales, ejerciendo su poder de modo manipulativo, con el objeto de lograr comportamientos no deseados por parte de los hermanos de la iglesia, quienes son sometidos a un gobierno dictatorial que no admite cuestionamientos ni ideas o pensamientos diferentes.
El líder lo que procura es que los feligreses trabajen con mayor dedicación para el Señor, aunque tengan que descuidar sus vidas personas, su familia, su trabajo, su salud, etc. Los que no quieren obedecer las órdenes del líder son amenazadas con que no van a ocupar ningún rango en la iglesia ni podrán ejercer su ministerio, sea este cual sea. De este modo ejercen presión sobre los liderados, logrando sus propósitos egoístas. Hay que decir que ningún objetivo espiritual justifica el maltrato de un hermano en Cristo, ni aún solapada bajo la forma de una exigencia de aparente espiritualidad. Los lideres jamás deben perder de vista el concepto que sus hermanos en Cristo son personas con derechos, que se merecen respeto, amor y comprensión.
Ningún hermano debe aceptar una situación de acoso moral o maltrato psicológico, por lo cual es necesario que nos plantemos con firmeza y corrección dando lugar a líderes competentes que controlen con el amor y la sabiduría de Dios las circunstancias. Claro que debemos respetar, honrar y tener en cuenta a nuestros lideres, pero nada justifica el maltrato o la manipulación. Los pastores deben garantizar, desde su responsabilidad espiritual, que estas situaciones no ocurran; o al menos que cuando sucedan sean debidamente corregidas. El cuidado de cada uno de los hermanos de la iglesia, de toda edad, sexo y condición social, implica la posibilidad de que estos se expresen de forma correcta, para edificación del cuerpo de Cristo. El apóstol Pablo nos instruye, “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo y miembros cada uno en particular.” (1 Cor. 12:27). Entonces él dice en forma mas especifica, “Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros… siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo” (12:12). Una iglesia que preserve a las personas-cristianos, jamás debe aceptar, bajo ningún punto de vista, ni por sutiles que fueran, condiciones de acoso moral o maltrato psicológico. La iglesia debe ser un lugar donde las personas, además de ser bendecidas por Dios, su Espíritu Santo y las sagradas escrituras, deben ser bendecidas por sus líderes y sus hermanos en Cristo. La iglesia debe ser un lugar de bendición no solo para el líder sino para las personas individual y colectivamente. Pablo declara, “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.” (1 Cor. 12:21). Los hermanos en Cristo deben ser valorados y respetados, siendo considerados para el ministerio y el servicio al Señor. El apóstol entonces señala, “también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.” (Ro. 12:5). Creer que el legalismo y el perfeccionismo conducen al crecimiento y la bendición de una iglesia es un craso error. La decisión de identificar y erradicar el acoso moral en la iglesia implica un notable crecimiento espiritual en el marco del nivel de consagración a la sana doctrina y el Espíritu Santo de una iglesia, lo cual conduce al amor a nuestros semejantes. Los líderes, pastores, gente de influencia en la iglesia, deben tener en cuenta que el principal capital que componen la iglesia, son seres humanos que han aceptado a Cristo y están dispuestos a seguirle y servirle. "Un mandamiento nuevo os doy; Que os améis unos a otros; como yo os he amado que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros." (Jn 13:34-35)"Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos unos a otros." (1 Jn 4:11.


Julio césar cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar

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