
Una persona chismosa es aquella que habla mal de terceros. Las frases que habitan sus labios siempre gravitan en torno a la descalificación y el descrédito de los demás. Siempre tienden a pensar mal y sospechan de cuanta persona conocen. Donde frecuenta un chismoso abundan las mentiras, los prejuicios, los cuentos, las alusiones malintencionadas, las criticas y los malos deseos. Antes de hablar el chismoso tendría que formularse las siguientes preguntas: ¿Es verdad lo que voy a decir? ¿Son justas mis palabras? ¿No estaré hablando mal de alguien a quien no conozco? ¿Estoy diciendo las cosas con buenas intenciones? ¿Estoy haciendo el bien a los demás con mi ligera lengua? Si los seres humanas no tendrían lenguas tan ligeras, venenosas y destructivas, no existirían tantos problemas y tensiones en las relaciones interpersonales.
Se supone que antes de hablar hay que pensar, pero hay tantos descerebrados deambulando por ahí que cuesta creen que pueden controlar su diabólico vocabulario. Hay tantas críticas y prejuicios hacia el diferente que para caer bien a otros debemos ser aduladores, mitómanos y siempre tenemos que dar la razón sin pensar, pero si hacemos esto estaríamos viviendo una absoluta mentira. Y recordemos que vivir una mentira es como estar muerto en vida. Las mentiras conducen a más mentiras y nadie es feliz si se alimenta y alimenta a otros de mentiras. Ahora, me pregunto, ¿Por qué una persona habla mal de otra? ¿Por qué muchos descalifican a los demás? ¿Por qué se habla de alguien a quien no se conoce realmente? La realidad es que los que critican a los demás es porque tratan de engrandecerse disminuyendo al otro. Atacan a otro porque no se quieren a si mismos, porque no saben quienes son. Descalifican para calificarse. Humillan para exaltarse. Controlan a los demás para sentirse poderosos.
Un periodista alguna vez dijo que la violencia comienza por la lengua. Es allí, en ese pequeño miembro de nuestra boca, donde comienza la maldad a darle forma a todo lo que le rodea. El apóstol Santiago dijo que la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Entonces, el que puede controlar su lengua puede controlarlo todo. El que controla sus palabras es porque tiene dominio propio y se quiere a sí mismo. Se cuenta que una mujer fue a hablar con un líder religioso pues su conciencia estaba intranquila y no tenía paz en su alma. El líder sabía que estaba mujer era una chismosa ya que había calumniado a todos los habitantes de su pueblo.
-¿Cómo puedo reparar el mal que he hecho a los demás con mis calumnias?-pregunto esta mujer al religioso.
-Si quieres que tú conciencia este en paz, llena un saco con plumas de ganso, y deja caer una pluma en la puerta de la casa de cada uno de los vecinos que has calumniado.
La mujer hizo esto que le aconsejó el líder y volvió a él y le dijo:
-¿Eso es todo?
El sabio líder dijo: -No, no es todo. Ahora debes volver y juntar las plumas que has esparcido en cada una de las casas de tus vecinos. Después de un tiempo, la mujer volvió con las manos vacías.
-El viento se había llevado todas las plumas y no pude recoger ninguna- explico la mujer.
Entonces el líder religioso dijo a modo de enseñanza:
-Así sucede con los chismes señora. Es fácil dejar caer palabras crueles pero nunca jamás podremos recogerlas.
Julio césar cháves juliogenial@hotmail.com
Se supone que antes de hablar hay que pensar, pero hay tantos descerebrados deambulando por ahí que cuesta creen que pueden controlar su diabólico vocabulario. Hay tantas críticas y prejuicios hacia el diferente que para caer bien a otros debemos ser aduladores, mitómanos y siempre tenemos que dar la razón sin pensar, pero si hacemos esto estaríamos viviendo una absoluta mentira. Y recordemos que vivir una mentira es como estar muerto en vida. Las mentiras conducen a más mentiras y nadie es feliz si se alimenta y alimenta a otros de mentiras. Ahora, me pregunto, ¿Por qué una persona habla mal de otra? ¿Por qué muchos descalifican a los demás? ¿Por qué se habla de alguien a quien no se conoce realmente? La realidad es que los que critican a los demás es porque tratan de engrandecerse disminuyendo al otro. Atacan a otro porque no se quieren a si mismos, porque no saben quienes son. Descalifican para calificarse. Humillan para exaltarse. Controlan a los demás para sentirse poderosos.
Un periodista alguna vez dijo que la violencia comienza por la lengua. Es allí, en ese pequeño miembro de nuestra boca, donde comienza la maldad a darle forma a todo lo que le rodea. El apóstol Santiago dijo que la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Entonces, el que puede controlar su lengua puede controlarlo todo. El que controla sus palabras es porque tiene dominio propio y se quiere a sí mismo. Se cuenta que una mujer fue a hablar con un líder religioso pues su conciencia estaba intranquila y no tenía paz en su alma. El líder sabía que estaba mujer era una chismosa ya que había calumniado a todos los habitantes de su pueblo.
-¿Cómo puedo reparar el mal que he hecho a los demás con mis calumnias?-pregunto esta mujer al religioso.
-Si quieres que tú conciencia este en paz, llena un saco con plumas de ganso, y deja caer una pluma en la puerta de la casa de cada uno de los vecinos que has calumniado.
La mujer hizo esto que le aconsejó el líder y volvió a él y le dijo:
-¿Eso es todo?
El sabio líder dijo: -No, no es todo. Ahora debes volver y juntar las plumas que has esparcido en cada una de las casas de tus vecinos. Después de un tiempo, la mujer volvió con las manos vacías.
-El viento se había llevado todas las plumas y no pude recoger ninguna- explico la mujer.
Entonces el líder religioso dijo a modo de enseñanza:
-Así sucede con los chismes señora. Es fácil dejar caer palabras crueles pero nunca jamás podremos recogerlas.
Julio césar cháves juliogenial@hotmail.com
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