Antes de abordar el tema de la consolidación de los nuevos convertidos, creo necesario definir a que nos referimos con el término consolidar. Consolidar quiere decir afirmar y afianzar a los nuevos creyentes en el camino del Señor. Ganar a otros para Cristo es el primer paso para que la iglesia crezca, luego viene el tema del seguimiento de las personas que hemos ganado, enseñándoles la doctrina del Señor, estimulándolos a la oración y el compañerismo con otros cristianos. El seguimiento y/o consolidación no debe ser una labor tardía, sino la primera a tener en cuenta, incluso antes de salir a evangelizar. Ahora, antes de seguir con el tema de la consolidación, quiero hacer un paréntesis y citar el ensayo titulado Good News is for Sharing, donde el autor Leighton Ford pregunta: “¿Cuándo esta evangelizada una persona? ¿Es cuando ha oído el evangelio? ¿Es cuando ha entendido el evangelio bastante bien para tener una relación inteligente? ¿Es cuando ha decidido seguir a Cristo? ¿Es cuando ha sido bautizada y se identifica con una iglesia local? O ¿es cuando ha aprendido las enseñanzas de Cristo y alcanzado un punto de madurez?”.
Una persona esta realmente evangelizada o convertida cuando ha conocido a Cristo verdaderamente y esta dispuesto a caminar en compañerismo con él. Los que ya somos creyentes nos damos cuenta de que una persona conoció a Cristo verdaderamente porque habla de Jesús como su salvador personal y los frutos del Espíritu Santo comienzan a aparecer en su vida. Un verdadero creyente es aquel que desea hacer la voluntad de Dios y renuncia a su vieja vida de pecado. Cuando una persona, después de conocer a Cristo, comienza a congregarse responsablemente estamos ante un nuevo convertido. “No es de demasiado difícil obtener decisiones mediante las invitaciones a pasar al altar; pero hacer discípulos es otra cosa. No hay que medir el éxito en el momento de la aceptación verbal; más bien, mídase cuando se identifique una vida transformada, incorporada a la iglesia local, y convertida en miembro reproductor del cuerpo de Cristo. Se mide el éxito de seis meses a cinco años después cuando esa persona viva como un discípulo en comunión con Cristo, como parte responsable de la iglesia local, y se conduzca como debe portarse un cristiano en el mundo”, dijo el Dr. Win Arn, en The Pastor· s Church Growth Handbook.
Los cristianos tenemos muchas responsabilidades delante de Dios y una de ellas es la Gran Comisión, pero la gran comisión implica no sólo ganar a otros para Cristo sino también hacerlos discípulos a través de la enseñanza bíblica, lo cual los capacita mantenerse firmes en el camino del Señor. Los creyentes “somos responsables del cuidado espiritual de los que lleguen a la fe bajo nuestro ministerio, para animarlos a identificarse con la congregación local de creyentes, y procurarnos suministrar la introducción a los creyentes en el testimonio del evangelio”. (Afirmación XIII del reglamento establecido en la Conferencia de Ámsterdam sobre el Evangelismo Itinerante, Julio de 1983). Cuando la iglesia pone énfasis en el evangelismo, teniendo en cuenta el tema de la consolidación de los nuevos convertidos, incluso antes de salir a predicar, el crecimiento numero y espiritual de la iglesia se hace evidente. El apóstol Pablo describió al cuerpo de Cristo como un cuerpo humano, donde la cabeza es Cristo. Entonces, “todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. (Efesios 4:16). Recordemos que la consolidación implica enseñar la doctrina de Cristo a los nuevos convertidos. De hecho, la Gran Comisión expresa el tema de la enseñanza: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. (Mateo 28:20).
Recordemos también que el que gana almas es el Espíritu Santo y nosotros los creyentes somos quienes consolidamos a los nuevos convertidos. Confiemos en el poder del mensaje del Señor. Romanos 1:16 dice: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que en el cree”. “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2: 1-5)
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario