
La homosexualidad altera completamente la personalidad del homosexual. La apariencia, la voz, el carácter, los gestos, el pelo, la forma de vestirse, todo cambia y se tergiversa debido a esta errática elección sexual. La homosexualidad de una de las armas con las cuales el diablo ha distorsionado y destruido la sexualidad humana. Dios creo a los hombre varones y hembras, pero Satanás tergiversó esto, haciendo que las personas en vez de buscar pareja en el sexo opuesto busque en el mismo sexo. Esto es alto contranatural, destructivo, aberrante. Como si fuera poco, el mismo ser humano desde que el primer ser humano fue creado, ha buscado lo torcido, lo opuesto a lo establecido por el Creador. Actualmente es incremento de la homosexualidad es pandémico ya que a través de la literatura, el cine, la Internet y variados medios gráfico, han convertido a la homosexualidad y el lesbianismo como alto atractivo, algo de moda.
Ahora, hay que decir que la homosexualidad es una fragrante violación de la palabra de Dios. Debido a esta tergiversación de la sexualidad humana han aparecido enfermedades, como el sida, la sífilis, etc., que han matado a millones de personas sobre la faz de la tierra. Muchos matrimonios intercambian esposas, practican orgías, sadismo, sadomasoquismo, y todo tipo de prácticas sexuales que se oponen a la palabra de Dios. El diablo y los seres humanos han deformado la sexualidad. Dios dijo que los hombres deben ser hombres y las mujeres deben ser mujeres, pero los seres humanos, debido al pecado, han dañado la imagen de Dios que tienen dentro de si. Romanos 1:24-27 dice: “Por lo cual Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al creador. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual forma también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”.
Nada justifica la homosexualidad. Algunos dicen que son así porque nacieron de este modo, pero lo cierto es que el homosexual se hace a causa de la influencia de su familia, una violación y muchas cosas más, que tergiversan la imagen que tiene de sí mismo. No existe excusa que Dios acepte con respecto a la homosexualidad. Los homosexuales no entrarán al cielo. Por el contrario, Dios los echará de su presencia. Segunda de Corintios 5:10 dice: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Dios ama a los homosexuales pero aborrece la homosexualidad. Así que los que la practican deben arrepentirse de este pecado y deben buscar a Dios para que sean restaurados y sanados en su sexualidad. Dios nos dice a los creyentes que debemos rescatar a estas personas: “A otros salvad, arrebatándoles del fuego, y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aún la ropa contaminada por su carne”.
La práctica reiterada del pecado hace que las personas destruyan sus conciencias y que se incremente en pecado en sus vidas. El pecado hace que las personas pierdan la conciencia y que acepten la homosexualidad como algo que no hace mal a nadie, pero la realidad es que “como ellos nos aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. (Romanos 1:28). Dios puede resucitar la conciencia de tal forma que los que practican la homosexualidad vean la luz de Dios. A través de la convicción del Espíritu Santo, la oración y la lectura de la palabra de Dios, los homosexuales pueden ser liberados de esta atadura espiritual llamada homosexualidad. El homosexual debe arrepentirse de este pecado. También debe buscar la ayuda de un profesional cristiano experto en sexualidad. Debe congregarse y entregar su vida completamente al Señor. Entonces, su vieja vida morirá y nacerá una nueva persona en Dios. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5). “Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura”. (Gálatas 6).
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
Ahora, hay que decir que la homosexualidad es una fragrante violación de la palabra de Dios. Debido a esta tergiversación de la sexualidad humana han aparecido enfermedades, como el sida, la sífilis, etc., que han matado a millones de personas sobre la faz de la tierra. Muchos matrimonios intercambian esposas, practican orgías, sadismo, sadomasoquismo, y todo tipo de prácticas sexuales que se oponen a la palabra de Dios. El diablo y los seres humanos han deformado la sexualidad. Dios dijo que los hombres deben ser hombres y las mujeres deben ser mujeres, pero los seres humanos, debido al pecado, han dañado la imagen de Dios que tienen dentro de si. Romanos 1:24-27 dice: “Por lo cual Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al creador. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual forma también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”.
Nada justifica la homosexualidad. Algunos dicen que son así porque nacieron de este modo, pero lo cierto es que el homosexual se hace a causa de la influencia de su familia, una violación y muchas cosas más, que tergiversan la imagen que tiene de sí mismo. No existe excusa que Dios acepte con respecto a la homosexualidad. Los homosexuales no entrarán al cielo. Por el contrario, Dios los echará de su presencia. Segunda de Corintios 5:10 dice: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Dios ama a los homosexuales pero aborrece la homosexualidad. Así que los que la practican deben arrepentirse de este pecado y deben buscar a Dios para que sean restaurados y sanados en su sexualidad. Dios nos dice a los creyentes que debemos rescatar a estas personas: “A otros salvad, arrebatándoles del fuego, y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aún la ropa contaminada por su carne”.
La práctica reiterada del pecado hace que las personas destruyan sus conciencias y que se incremente en pecado en sus vidas. El pecado hace que las personas pierdan la conciencia y que acepten la homosexualidad como algo que no hace mal a nadie, pero la realidad es que “como ellos nos aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. (Romanos 1:28). Dios puede resucitar la conciencia de tal forma que los que practican la homosexualidad vean la luz de Dios. A través de la convicción del Espíritu Santo, la oración y la lectura de la palabra de Dios, los homosexuales pueden ser liberados de esta atadura espiritual llamada homosexualidad. El homosexual debe arrepentirse de este pecado. También debe buscar la ayuda de un profesional cristiano experto en sexualidad. Debe congregarse y entregar su vida completamente al Señor. Entonces, su vieja vida morirá y nacerá una nueva persona en Dios. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5). “Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura”. (Gálatas 6).
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
1 comentario:
Estimado Julio:
Acabo de dar con éste, tu sitio, ¡Excelente sitio!
Lo agregaré a mis vínculos amistosos.
¡Bendiciones!
Daniel
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