
Hebreos 12:1 enseña que los cristianos debemos despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia y que corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Muchos problemas que nos aquejan tienen que ver con malas decisiones que hemos tomado pero otros se deben a que hemos contribuido deliberadamente a los deseos de la carne. (Romanos 13:14). Claro que los cristianos no estamos exentos de tener problemas y no es pecado tenernos, pero otra cosa es buscar el pecado y complicarse la vida uno mismo. Alguien dijo que el crimen es un castigo para el criminal. Quiero decir, Dios desea lo mejor para nosotros, pero si cometemos algún pecado debemos atenernos a las consecuencias. La Biblia dice que el que ha nacido de nuevo ha sido crucificado con Cristo “para que el cuerpo del pecado sea destruido”. (Romanos 6:6).
Si buscamos al Señor y somos llenos del Espíritu Santo, la vieja naturaleza que habita dentro nuestro permanece muerta, pero si pecados y hacemos lo contrario a la voluntad de Dios hacemos que el viejo hombre resurja trayendo infelicidad, intranquilidad y desgracia. Debemos fijar nuestros ojos en Cristo, quien es el autor y consumador de nuestra fe. (Hebreos 12:2). Alguien dijo que los cristianos tenemos dos perros dentro que se la pasan peleando. Uno de una rasa y otro de otra rasa. Y el perro que gana la pelea es el que alimentamos más. Un perro se llama cristiano y el otro se llama viejo hombre. Si alimentamos al perro llamado cristiano con oración, y con la lectura de la palabra de Dios es este el que gana la pelea, pero cuando alimentamos al otro llamado viejo hombre, traemos derrota a nuestra vida. Como dijo el apóstol Pablo debemos pelear la buena batalla de la fe. ((1 Timoteo 6:12).
Sobre todas las cosas lo que más debemos hacer para ganar la batalla de la fe es alimentar nuestras mentes con la palabra de Dios ya que es allí donde se pelean las grandes batallas. Dios, a través de la lectura de su palabra, trae libertad a la mente “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. (Santiago 1:14,15). No debemos darle lugar al diablo en ninguna de las áreas de nuestras vidas. No debemos descuidar los detalles pequeños y debemos desconfiar de los pecados pequeños ya que las sorras pequeñas echan a perder las grandes viñas. Santiago 1:14,15 dice al referirse a la tentación: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Cuando pecamos no debemos evadir nuestra responsabilidad ante Dios y debemos pedirle perdón. Tengamos en cuenta que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, pero para que eso suceda debemos pedirle perdón a Dios. Si hacemos como que no pasó nada estamos escapando de nuestra responsabilidad y acarreamos sufrimiento para nuestra vida. Nuestro escudo y fortaleza es Dios. Nuestra fuente de victoria es aquel que dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida”. (Juan 14:6).
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
Si buscamos al Señor y somos llenos del Espíritu Santo, la vieja naturaleza que habita dentro nuestro permanece muerta, pero si pecados y hacemos lo contrario a la voluntad de Dios hacemos que el viejo hombre resurja trayendo infelicidad, intranquilidad y desgracia. Debemos fijar nuestros ojos en Cristo, quien es el autor y consumador de nuestra fe. (Hebreos 12:2). Alguien dijo que los cristianos tenemos dos perros dentro que se la pasan peleando. Uno de una rasa y otro de otra rasa. Y el perro que gana la pelea es el que alimentamos más. Un perro se llama cristiano y el otro se llama viejo hombre. Si alimentamos al perro llamado cristiano con oración, y con la lectura de la palabra de Dios es este el que gana la pelea, pero cuando alimentamos al otro llamado viejo hombre, traemos derrota a nuestra vida. Como dijo el apóstol Pablo debemos pelear la buena batalla de la fe. ((1 Timoteo 6:12).
Sobre todas las cosas lo que más debemos hacer para ganar la batalla de la fe es alimentar nuestras mentes con la palabra de Dios ya que es allí donde se pelean las grandes batallas. Dios, a través de la lectura de su palabra, trae libertad a la mente “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. (Santiago 1:14,15). No debemos darle lugar al diablo en ninguna de las áreas de nuestras vidas. No debemos descuidar los detalles pequeños y debemos desconfiar de los pecados pequeños ya que las sorras pequeñas echan a perder las grandes viñas. Santiago 1:14,15 dice al referirse a la tentación: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Cuando pecamos no debemos evadir nuestra responsabilidad ante Dios y debemos pedirle perdón. Tengamos en cuenta que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, pero para que eso suceda debemos pedirle perdón a Dios. Si hacemos como que no pasó nada estamos escapando de nuestra responsabilidad y acarreamos sufrimiento para nuestra vida. Nuestro escudo y fortaleza es Dios. Nuestra fuente de victoria es aquel que dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida”. (Juan 14:6).
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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