lunes, 30 de abril de 2007

Jesús el equilibrista.


Hace un tiempo leí la breve historia de un equilibrista que cruzó el río Niágara, empujando una carretilla, caminando sobre una cuerda floja. Miles de personas lo aplaudían y alentaban, impresionados por su proeza. Luego de recibir elogios y múltiples aplausos, el equilibrista puso una bolsa de cien kilos sobre la carretilla y cruzó hacia el otro lado y regreso por la finísima cuerda nuevamente. Después de que hizo la proeza nuevamente, todos los espectadores estaban aún más impresionados que antes. Posteriormente, el equilibrista pregunto a las personas que estaban observando su proeza:
-¿Cuántos de ustedes creen que puedo cruzar con una persona en la carretilla del otro lado?
Todos gritaban atónitos. Un hombre que estaba en la primera fila dijo:
-Yo creo que usted puede hacerlo.
Entonces, el equilibrista señaló a este hombre con el dedo y dijo:
-Ya que usted cree que puedo hacerlo, será el primero.
Entonces, como por arte de magia, este hombre que supuestamente creía en el equilibrista, desapareció entre la multitud. Admiraba al equilibrista pero no estuvo dispuesto a subirse a la carretilla del equilibrista.
En la vida, muchos son como el admirador del equilibrista, dicen que creen en Jesús, pero no lo siguen. Saben lo que Jesús puedo hacer con sus vidas, pero lo están dispuestos a entregársela a él. Si creemos en Jesús, debemos subirnos a la carretilla, debemos confiar en él ya que tiene capacidad como para cruzarnos del otro lado del Niágara. Cruzaremos del otro lado. Si estamos del lado del fracaso, él nos llevara del lado del éxito. Si estamos del lado del dolor, él nos llevará del lado del gozo. Si estamos del lado de la incomprensión, él nos llevará del lado de la comprensión y la empatía. No seamos como el hombre que desapareció entre la multitud. En su libro Cómo Jesús, el genial Max Lucado, dice: “¿De donde sacamos eso de que no podemos cambiar? Tales pensamientos no son de Dios. El no puede dejar una vida sin transformarla, así como una madre no puede dejar una lágrima sin enjugarla. Su plan contigo no es nada menos que darte un nuevo corazón. Si fueras un automóvil, Dios querría controlar el motor. Si fueras una computadora, reclamaría el programa y el disco duro. Si fueras un avión, tomaría su lugar en la cabina del piloto. Pero como eres una persona, Dios quiere cambiarte el corazón. Dios te ama tal como eres, pero no quiere dejarte así. Quiere que tengas un corazón como el suyo. Quiere que seas como Jesús”. Jesús, el equilibrista, quiere cruzarnos del lado de la vida abundante. No quiere que permanezcamos como estamos, él quiere cambiarnos, quiere caminar con nosotros. Jesús no sólo derramó su sangre para salvarnos sino para transformarnos. Por esto quiere caminar con nosotros. Entonces, lo mejor que podemos hacer es subirnos a su carretilla ya que él puede cruzarnos del lado de la felicidad. Apocalipsis 1:5 dice: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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