miércoles, 14 de marzo de 2007

Una mujer de verdad.

La verdadera mujer es noble, objeto de elogios, servicial, tierna, comprensiva. Esta mujer de la que hablo está en extinción. Actualmente, no lo digo desde un punto de vista machista, las “mujeres” demuestran, con su comportamiento, que son de dudoso carácter, pues muchas, han elegido ser inmorales, ruidosas y pendencieras. En contraste, es cierto que también hay mujeres que han optado por la fidelidad, la verdad, el amor. Estas son mujeres inteligentes, capaces y virtuosas, que edifican sus hogares con coraje, servicio, y amor desinteresado. La mujer noble es una persona que utiliza su tiempo para construirse en aras del bienestar propio y el de los demás. Las mujeres virtuosas son las que viven de un modo responsable, disciplinado y diligente. Son las que influyen en los demás de manera constructiva. Son las que siembran afecto en donde están. La verdadera mujer es más preciosa que las joyas. Proverbios 31:10 dice: “Mujer virtuosa, ¿Quién la hallara? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas?
La mujer es muy valiosa. Casi todos los hombres las valoramos. Digo casi, porque hay hombres que las descalifican, las desacreditan. Un ejemplo de esto es la música que describe a la mujer como a un mero objeto sexual, es decir, como a un fetiche. El androcentrismo es muy perjudicial tanto para la mujer como para el hombre machista en sí. Como en la mayoría de todas las especies con vida, en la sociedad humana las mujeres son más débiles que los varones. No obstante, su valor en la sociedad no es ni siquiera un poquito menor que el del hombre. Sin embargo, hombres machistas y egoístas, han explotado la debilidad física y emocional de la mujer hasta el limite. Aunque públicamente declaran que las mujeres constituyen una comunidad de madres, en la realidad las han relegado hasta el nivel del ganado y las ovejas domesticadas. En todas las esferas de la vida, estos hombres o han cortado los derechos de la mujer.
Ahora pues, creo que no existe la posibilidad de que el mundo y la sociedad hallen bienestar, a menos que la condición de las mujeres mejore. El hombre tiene un ala y la mujer otra. Juntos podemos volar. Por separado no servimos para nada. Lo que debemos comprender es que para que nos conservemos como sociedad debe existir una cooperación intima entre todas las partes componentes. La sociedad no es inerte, y las relaciones entre hombres y mujeres dependen de más que una mera cooperación. Esta cooperación, en lugar de estar basada en una relación Amo-siervo, debe ser construida en una atmósfera de amor, de calidez, de aceptación mutua. Debes cooperar no subordinar. Khalil Gibran escribió respecto al matrimonio: “Ámense el uno al otro, pero no hagan del amor una atadura. Que sea, más bien, un mar meciéndose entre costas de sus almas. Llene uno al otro sus copas, pero no beban de una sola copa. Compartan su pan, pero no coman del mismo trozo. Porque sólo la amo de la vida puede contener los corazones. Y estén juntos, aunque no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están distantes. Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble”.

Julio C. Cháves.

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