miércoles, 14 de marzo de 2007

El gallinero de mi abuela y el gallinero global.

Mi abuela detrás de su casa tiene un gallinero. Y allí impera la jerarquía. Hay gallinas burguesas y gallinas proletarias. Gallinas de todo nivel social. La jerarquía se manifiesta por la escala determinada por el picar la cabeza de las demás gallinas. Una gallina pica la cabeza de otra gallina y otra de otra, y otra de otra…; y siempre hay una que es la más débil y que por ende, todas aniquilan su cabeza a picotazos. Las gallinas se pelean por el maíz, por el agua, por todo. Hay gallinas que pican a las demás con impronta crueldad. Hay en el gallinero, gallinas opresoras y gallinas oprimidas, gallinas victimarias y gallinas victimas. La gallina que se siente la más inferior es la más cruel. Bueno, en realidad, las gallinas se pelean porque están encerradas. Se pelean para sobrevivir, pues la vida es lo más importante para ellas. También me he dado cuenta que las gallinas que se sublevan son torturadas por las gallinas superiores. Así es la vida de las gallinas en el gallinero.
El gallinero de mi abuela me hace pensar en el gallinero global:El mundo. Aquí también impera la jerarquía. Hay personas burguesas y personas proletarias. Personas de todo nivel social. La jerarquía se manifiesta por la escala determinada del “el picar la cabeza” de las demás personas. Una persona pica la cabeza de otra persona y otra de otra, y otra de otra…; y siempre hay una que es la más débil y que por ende, todas aniquilan su cabeza a picotazos. Las personas se pelean por el pan, por el agua, por todo. Hay personas que pican a las demás con impronta crueldad. Hay en el mundo, personas opresoras y personas oprimidas, personas victimas y personas victimarias. La persona que se siente la más inferior es la más cruel. Así es la vida de los seres humanos en la tierra. Global gallinero. Yo me pregunto: ¿Cuándo comenzó esta discordia entre los hombres? Comenzó cuando Caín le quitó la vida a Abel por envidia. Allí comenzó toda la anarquía humana, todas las aberraciones humanas, y las alas negras de la muerte se posaron sobre los hombres. Sobre Caín, sobre nosotros…A la pregunta de Dios: “¿Dónde está Abel tu hermano? Resonó, entre los límpidos árboles del paraíso, una mortal y despectiva respuesta: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”. (Génesis 4:9).
En el capitulo 4 de Génesis el mal proyecto su sombra siniestra sobre el alma de Caín. Desde entonces, el mal, el egoísmo, el orgullo, el odio, los antagonismos, y las envidias y la lucha por el poder, ha enarbolado muros que dividen a los hombres, que impiden que los seres humanos se encuentren para amarse, comprenderse y amarse sin prejuicios, sin esquemas mentales nihilistas y narcisistas. Eso es lo que causo la desnutrición de la raza humana. Así pues, considerando que el mundo está patas arriba, ¿Hay alguna salida? ¿Es posible amar a los demás con verdadero amor? ¿Podemos ser verdaderamente libres de la envidia, el odio, el narcisismo y la anarquía? La respuesta es: Sí. Pero para que podamos salir de todo el mal es necesario la práctica desinteresada del amor. Debemos erradicar de nosotros los muros que hemos enarbolado. Con realismo y aceptación podemos realizarlo.
Siempre debemos estar atentos, pues el egoísmo se esconde agazapado detrás de nosotros. El asecha como un león rugiente. Pero nosotros no tenemos que dejarnos vencer por él. Debemos luchar contra este león. Debemos amar y dejarnos amar. Debemos dejar que los demás sean felices. Debemos dejar de picotear la cabeza de los demás. Es hora de amar. De comprender, de aceptar, de permitirnos ser felices. Siempre queremos tener la razón. Así somos. Cuando perdemos nos ponemos furiosos. Pero es hora de que aceptemos la ayuda de Dios, de su palabra, de su Espíritu Santo. Es hora de que aceptemos la ayuda de Dios, de su palabra, de su Espíritu Santo. Es hora de que dejemos de hablar de amor y que empecemos a ponerlo en práctica. En primera de Corintios 13:4-8 dice: “El amor es sufrido, es benigno; al amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesaran las lenguas, y la ciencia acabará”.
¡El amor debe ser prominente en nosotros!

Julio c. Cháves.

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