viernes, 16 de marzo de 2007

San Agustín, nosotros y el Dios que él conoció.


San Agustín vivió en el siglo IV. Agustín de Hipona es el autor del conocido libro “Confesiones”. Agustín desde muy joven comenzó a buscar a Dios. Anduvo por diversos caminos, algunos malos e inmorales. Pero un día, leyendo a Cicerón, su alma despertó, y acto siguiente, comenzó a buscar el meollo de su existencia. Entonces empezó a leer la Biblia, y toda la Biblia lo transformó, principalmente las cartas paulinas. Entonces un día declaró: “Quiero conocer a Dios y al alma; solo eso quiero”. San Agustín conoció a Dios y su vida cambió radicalmente, de tal modo que su alma halló descanso únicamente en Dios. Y Agustín de Hipona murió y partió a la eternidad con Dios, el Dios de la Biblia.
San Agustín vivió en el siglo IV y nosotros vivimos en el siglo XXV. Agustín era humano y nosotros también lo somos. Por tanto, necesitamos lo mismo que él. Nuestra alma únicamente puede hallar descanso en Dios, el Dios de la Biblia. El Dr. Billy Graham, autor del libro “Nacer a una nueva vida”, escribió: “En el mundo en que vivimos, nos ocupamos preferentemente de satisfacer los apetitos del cuerpo, descuidando casi totalmente el alma. Como consecuencia, somos unilaterales. Engordamos física y materialmente, mientras en lo espiritual somos flacos, débiles y anémicos. El alma en realidad necesita tanta atención como el cuerpo. Exige comunión con Dios. Exige adoración, quietud y meditación. Si al alma no se la alimenta todos los días se torna débil y marchita. Sigue descontenta, confusa, inquieta. Muchas personas se vuelven al alcohol para tratar de acallar los clamores y ansias del alma. Otros buscan una nueva experiencia sexual. Otros intentan aquietar sus anhelos de distintas maneras. Pero sin Dios, no hay nada que satisfaga completamente, puesto que el alma fue creada para Dios, y sin él no tendrá descanso, y estará en constante tormento”.
Sin Dios el alma humana yace desorientada. Así como San Agustín y como Hill Gram. Reconocieron su necesidad de Dios, lo mismo debemos reconocer nosotros. Dios nos creó para que tengamos comunión con él. Mi alma anhela a Dios. Mi cuerpo necesita estar bien alimentado y a mí alma también. Dios nos da sentido. Así como el imán atrae al hierro, Dios atrae a nuestra alma. Así como el sol sale todos los días, de igual modo todos los días necesitamos alimentar nuestra alma con la palabra de Dios, la Biblia. Salmo 51:10 dice: “Crea en mí, OH Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí”. En Dios hallamos descanso, orientación, paz, tranquilidad interior.
Hoy en la Argentina estamos viviendo un momento muy difícil. Los valores absolutos han sido dejados de lado. La situación de la economía esta al filo del colapso. Estamos rodeados de incertidumbre, de dolor, de angustia, de falta de paz. Las relaciones humanas se tornan cada día más complicadas. Pasa todo esto porque el ser humano le ha dado la espalda a Dios. Los corazones yacen intranquilos. Lo mejor que podemos hacer para estar bien interiormente, es buscar a nuestro creador, pues únicamente en Dios podemos hallar paz para nuestras almas. Filipenses 4:6 nos dice sabiamente: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”.
La escritora Francés Ridley Havergal dijo: “Descansar en el Señor es algo que todos debemos hacer, aprender. Cuando estamos fatigados, significará confiar en que El conoce nuestras necesidades antes que se las digamos”.

Julio C. Cháves.

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