viernes, 16 de marzo de 2007

Los juguetes.

Es indispensable para los niños tener juguetes. Los juguetes permiten que los niños se diviertan y además, contribuyen al desarrollo psicológico de ellos. Los juguetes aportan felicidad y capacidad creativa. Los niños deben jugar. Porque esto es tan importante como dormir y comer. Gracias a los juegos y a los juguetes, los niños desarrollan su capacidad imaginativa, fortaleciendo su posibilidad de expresión y favoreciendo su equilibrio emocional.
Mediante el juego los niños aprenden y adquieren destreza, adquiriendo a su vez creatividad, espontaneidad y desarrollando su inteligencia y su capacidad comunicativa, lo cual es parte integral del desarrollo de la personalidad. Cuando los padres juegan con sus hijos les enseñan a compartir momentos con los demás y vivifican de este modo sus relaciones interpersonales. Se puede decir que los primeros juguetes de los niños son sus padres. Los padres deben buscar juguetes que entretengan y que estimulen las capacidades intelectivas y emocionales de los niños. La función social de los juegos y juguetes es irremplazable. Los juegos hacen que los niños convivan con otros niños.
Por medio de los juegos y los juguetes, los padres pueden enseñarles a sus hijos a soñar, a compartir, a convivir, a amar a los demás. Los padres a través de los juegos deben enseñarles a sus hijos los valores morales. La familia es la primera educadora. Es en el hogar, incluso jugando, donde los niños reciben influencia religiosa y axiolóliga. Si los niños no aprenden en el hogar los valores cristianos, no los aprenden más. El hogar es la unidad básica de la sociedad. Los niños son resultado de lo que han hecho de ellos sus padres. Los padres deben utilizar cada oportunidad para enseñarles a vivir en paz con Dios y con los demás. El único modo de que los niños sean personas conforme al corazón de Dios, es dándoles un ejemplo de valores morales. Los padres deben aprovechar cada oportunidad, incluso jugando, para enseñarles lo que es importante en la vida. Los padres son responsables de sus hijos. 2 de Samuel 7:29 dice: “…con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”.

Julio C.Cháves.

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