domingo, 11 de marzo de 2007

Los buenos modales.


“La misma virtud ofende cuando va unida a unos modales desagradables”,
Middleton



La cortesía y la afabilidad hacen que nos guarden respeto y cariño. La falta de respeto y los modales duros y repelentes, hacen que los demás se alejen de nosotros. Por falta de discreción, respeto, honor, afabilidad, muchas personas se pasan la vida lidiando y luchando contra dificultades y problemas que ellas mismas se han creado; debido a su áspera brusquedad; entonces el éxito se les hace imposible. Los individuos que alardean de sus hechos con aire de vanidad, son portadores de pretensiones egoístas y arrogancias multitemáticas, lo cual los hace desagradables, dañinos e indignos. La falta de buenos modales nos aparta del éxito y de la compañía de personas realmente buenas e inteligentes. La Rochefoucauld ha dicho que “nada impide tanto mostrarnos naturales como el deseo de parecerlo”. Por tanto, si de veraz queremos resultar agradables y cordiales, debemos buscar siempre la sinceridad y la verdad, ya que de este modo expresaremos con gracia lo mejor de nosotros mismos. La benevolencia y la simpatía, son llaves que nos abren los corazones de todas las personas. ¡Los buenos modales conducen al éxito!
Siempre debemos mostrar respeto por todas las personas. Debemos ser cordiales con los ricos y los pobres por igual. Con igual cortesía y consideración, alegría y cariño, debemos repartir afecto por donde quiera que vayamos. De hecho, si somos personas inteligentes respetaremos la individualidad de los demás porque es de ese modo como logramos que nos respeten también. Para tener éxito debemos practicar los buenos modales. “El talento”, ha dicho un conocido escritor, “es la fuerza; el tacto, la habilidad. El talento es el peso; el tacto, el impulso. El talento sabe lo que hay que hacer; el tacto, la forma de hacerlo. El talento hace respetable al hombre; el tacto lo hace respetado. El talento es la riqueza; el tacto es moneda suelta”. Podemos ser carismáticos, geniales, brillantes, talentosos, pero si nos mostramos insinceros, discordiosos, engreídos, vanagloriosos, autosuficientes y orgullosos, seguramente todo lo que sepamos o hagamos no servirá de nada. Únicamente en la bondad altruista y en la sincera empatía podemos hallar aceptación y confianza mutua. A fin de cuentas, las personas más complacientes, cordiales y bien educadas, eso las hace respetuosas y respetables.
Una persona inteligente y sensata, cortes y humilde, jamás pretende ser mejor que nadie, ni más sabia, ni más rica. Nunca alardea de su posición social o sus posesiones, de su patria o sus creencias; ni jamás mira de arriba a los otros porque no hayan nacido con sus privilegiados dones. No alardea de sus hechos ni de sus virtudes, ni airea su vanidad y elocuencia. Por el contrario, en todo lo que dice o hace, se conduce inteligente y modestamente, sin pretensiones o arrogancias, demostrando siempre humildad y nunca jactancias, demostrando amor más con sus hechos que con sus palabras. Siempre con sinceridad y autenticidad, gracia y honor. Los buenos modales caracterizan a las buenas conductas. Bien se ha dicho que “una hermosa figura es mejor que una hermosa cara, y una hermosa conducta es mejor que una hermosa figura; produce mayor placer que la contemplación de estatuas o cuadros; es la más bellas de las artes”. ¡Buenos modales, buena conducta!

Julio C. Cháves.

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