miércoles, 14 de marzo de 2007

Las piedras del egoísmo.

Donde hay seres humanos el amor está presente. Y cuando el amor está presente, y si es verdadero, es contagioso. Cuando una persona ama a alguien de veraz, ese amor despierta el amor a su alrededor. El amor es un vinculo infrenable. El amor todo lo puede. El amor nos estimula a ser mejores. Cuando uno ama desea ser mejor y lo logra. Si amamos de veraz a alguien no importa lo que digan los demás. Si anhelamos de verdad a alguien para amar, comenzaremos a amar sin prejuicios, sin esquemas mentales, y disfrutaremos de la compañía de nuestros semejantes. Al amor no hay que imponerle límites. Hay que entregarse a pesar de todo. Khalil Gibran dijo: “La única manera de justificar nuestros días es amando y trabajando con lo mejor que existe dentro de nosotros. Debemos usar el corazón, y vencer el mundo de tristeza”. Cuando hay amor, hay paz. La paz es un producto del amor. La libertad, también lo es. Cuando amamos revelamos lo que somos realmente. El amor nos santifica.
Cuando nacimos no sabíamos nada del mundo ni de nosotros. Nadie nos dio un manual de instrucciones de cómo vivir. Sólo nacimos y aquí estamos, zambullidos en la vida. Cuesta vivir. Cuesta trabajo porque no conocemos totalmente lo que concierne a la existencia humana. Vivir es complejo y angustiante. Nacimos en este mundo como personas nuevas y libres, aquí estamos, pisando la tierra. En nosotros está tanto la capacidad de odiar como de amar. Nosotros elegimos. Cada cual opta el camino por donde quiere andar. Hay libertad. Para todos. Nadie es un robot. Todos poseemos libre albedrío. Por lo tanto, la felicidad no depende de las circunstancias. Hay que disfrutar de la vida a pesar de las noches oscuras del alma. Nacimos para ser felices. Nacimos para compartir amor, para estar juntos. No es bueno estar sólo. Para nadie. Nacimos para dar amor. Sin la realidad es que cometemos siempre el mismo error, constantemente tropezamos con las piedras del egoísmo. Fingimos amar, pero tristemente muchas veces llamamos amor a lo que en realidad es deseo de posesión, de controlar a los demás, de manipular. Somos inseguros y por ello, reclamamos al exterior lo que en verdad deberíamos buscar en el adentro. Cuando decimos que amamos, pero no nos sentimos en libertad, lo cierto, es que en realidad el amor es lo que nos falta.
El amor verdadero conoce en que lugares del camino de la vida se encuentran las piedras del egoísmo. El amor santo deja de lado el egocentrismo. Y hace que cada uno de nosotros nos esforcemos en aras del altruismo, la empatia, y la comprensión. Hace que nos amemos como somos. Eso es el amor. El amor nos impulsa a que nos despojemos de los deseos de posesión. El amor no excluye a nadie. El amor hace que las diferencias desaparezcan. Lo cierto, desde mí óptica, es que nuestras diferencias nos enriquecen, nos estimulan a ser mejores. Si seriamos todos iguales el mundo no seria mundo. Si no seriamos diferentes el mundo seria aburrido. La monotonía nos controlaría. De hecho, son nuestras diferencias lo que hacen que el mundo sea mundo. Nadie es igual a nadie, no hace falta que seamos iguales. Dios es creativo. Por eso no hay un ser humano idéntico a otro. Es más, son nuestras diferencias lo que nos permiten descubrir belleza y amor a nuestro alrededor. Cuando amamos, perdonamos porque es fácil hacerlo. El amor nos capacita para que podamos abrirnos a los demás y a la vida. Nos de las fuerzas necesarias para que podamos perdonar y ser perdonados, aceptar y ser aceptados, construir y ser construidos. No hay muerte que puede vencer al amor. El amor es más invencible que la más cruel de las muertes. Eric Fromm dijo: “La felicidad es el mayor logro del hombre; es la respuesta de toda su personalidad a una orientación productiva hacia sí mismo y el mundo que lo rodea”.
Amar y ser amado es una necesidad humana. Sin embargo, todos, sin excepción, buscamos nuestro propio bien, somos narcisistas. Cada cual se preocupa por lo suyo. Muchos disimulan, pero buscan su propio beneficio a costa de todo. El egoísmo es la piedra con la cual tropezamos siempre. Siempre caemos en el mismo lugar de siempre, la egolatría. A veces actuamos como egoístas, interesados y crueles. El salvajismo de unos hacia otros es inaudito. Somos prolíficamente individualistas y carnívoros. Eso es muy triste. De ahí el origen de tanto sufrimiento innecesario. Cuando dejamos al amor de lado sufrimos. Ese es nuestro principal error. Creo que debemos despojarnos de la agresividad y la violencia que nos caracterizan. Debemos amar, no por obligación, sino por propia voluntad. El amor hace que todo funcione mejor. Por supuesto que siempre tendremos que luchar contra nuestras compulsiones, deseos egoístas y nuestros miedos. Pero a pesar de todo ello podemos mejorar. El camino de la vida es arduo y laberíntico, y en el mismo, hay piedras de egoísmo por todos lados, por eso debemos tener cuidado de no tropezar con ellas, porque si tropezamos con ellas nos infligiremos tanto dolor a nosotros como a los demás. Khalil Gibran dijo: “El amor es lo que más deseamos tener, y más deseamos dar. Y nadie percibe que en todo momento lo estamos ofreciendo y lo estamos rechazando”.

Julio C. Cháves.

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