sábado, 3 de marzo de 2007

Las personas agresivas.


Estamos viviendo una época de agresiva. Uno habla con la gente y percibe agresividad. Un individuo provoca y ataca a otro y otro a otro y otro a otro. Indudablemente todos hemos manifestado agresividad de la cual posteriormente nos hemos arrepentido. Muchos se ponen agresivos y dañan con palabras y hasta con puños a los demás y después se arrepiente, pero después cuando les hacen algo que no les gusta de nuevo, recurren otra vez a la violencia para resolver los problemas. Ciertamente dejarse llevar por los impulsos violentos puede conducirnos a la soledad ya que si los demás ven que uno es agresivo y no quiere controlar eso y repite los actos de violencia una y otra vez, nadie deseará estar a lado de uno. ¿Quién quiere estar al lado de una persona agresiva? Nadie. Si nos dejamos llevar por la agresividad diremos cosas que no debemos decir, diremos cosas que no sentimos y haremos cosas ofensivas e hirientes hacia los demás. Y para lo único que sirve la agresividad es para empeorar las cosas.
En este mundo donde vivimos siempre han imperado políticas bélicas y déspotas. Las personas se han dañado unas a otras. Se puede agredir adoptando diferentes actitudes y experimentando diferentes actitudes y experimentando diversos sentimientos. Un individuo puede ser agresivo de diferentes maneras, desde el olvido de una cita, una negativa a la ayuda, el hurto... hasta la tortura o la muerte; de otro modo un comportamiento agresivo puede significar intenciones muy diferentes: venganza, eliminar un rival, compensar sentimientos de inferioridad, hacer desaparecer un testigo incómodo, protegerse, defender la nación,etc...Pues la agresividad no es sino un impulso negativo y destructor, si los hombres han de unirse de una manera igualitaria, como un grupo de hermanos, en vez de ejercer el poder en escala descendiente, necesitan una oposición, para que puedan disputar la jerarquía cooperativamente. Esta estructura favorece la estabilidad, de modo que los grandes agravados humanos, usan este sistema para organizarse. De otro modo ante una catástrofe se olvidan las creencias, clases, edades y riquezas y los hombres se unen estrechamente y se identifican los unos con los otros. Cuando ha pasado el peligro, descienden las barreras y el componente agresivo se pone de manifiesto asumiendo su papel normal.
Actuamos como animales. La agresividad es una conducta adquirida, dice una teoría del aprendizaje social. Una persona puede volverse agresiva por el hecho de recibir la influencia de otro ser agresivo. La agresividad daña a las personas y las familias. Cuando miro la televisión advierto mucha violencia. Todo me recuerda a la película “La naranja mecánica” (1971) del director Stanley Kubrick, donde el personaje principal llamado Alex DeLarge junto a unos amigos comete todo tipo de fechorías: apalean a un mendigo, violan, y hacen irrupciones violentas en hogares ajenos. Estos personajes deambulan por las calles de Londres cometiendo toda clase de maldades. Lo mismo pasa en la sociedad actual. Alex no es nada comparado con personas de este milenio. Muchas personas tienen tanto poder que con solo dar una orden pueden hacer que se mate masivamente a miles de personas con solo tirar un misil atómico. Este tipo de poder esta en las manos de las estadistas y los terroristas. La agresividad y la violencia son dos caras de la misma moneda. “El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro.La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”, dijo Martín Luther King.

La única forma de resolver el tema de la agresividad es practicando la no violencia. Los problemas se deben resolver con buenos modales y amor. No sirve de nada recurrir a los puños y las armas. “Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia”, afirmó el célebre escritor
Hermann Hesse.

Julio César Cháves. Escritor78@yahoo.com.ar

1 comentario:

Anita dijo...

es fácil hablar,de controlar y no controlar, pero las personas que padecen algún tipo de trastorno, como el explosivo intermitente, o personalidad límite, o conducta antisocial, no tienen el cerebro como la gente normal, por eso se le llaman trastornos, y no se les puede pedir que ac´tuen de manera que los demás ven normal, porque no tienen la misma forma de apreciar las cosas que los demás. Es como si el apreciar el color rojo de las cosas rojas es nçlo normal y se le pidiera a un daltónico que se esfuerce por ver rojas las cosas rojas... La agresión y la impulsividad es un trastorno, y como tal hay que tratarlo, No basta la voluntad.