viernes, 9 de marzo de 2007

La importancia de los detalles.


“A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos…”,Jorge Luís Borges.


Una puerta gira sobre bisagras pequeñas. Una pared está constituida por pequeños ladrillos. Un bosque está compuesto por muchos árboles. Y la vida está constituida por detalles pequeños. La vida está en los detalles menudos. Cada momento, cada persona, cada cosa tiene su valor. Nada está en vano. Por lo tanto, ¿Qué hacer para vivir bien? Lo conveniente es centrarse en la vida precisa y limitada de cada día; y poner allí lo mejor que uno tiene, lo mejor que uno es. Todo es importante.
No hay felicidad sin esfuerzos pequeños. Actualmente vivimos en una sociedad donde nadie quiere lo pequeño, pues todos quieren aspirar a grandes éxitos. Muchos están tan atrapados en lo que sucede fuera de ellos que se olvidan del interior. Las personas, en su mayoría, centran sus vidas en lo material: dinero, grandes casas, poder, autos de lujo, grandes triunfos. Mientras tanto, se olvidan de dar afecto y mejorar como personas en el cada día. El amor también se parece a un negocio donde el que más paga y más éxito tiene, se merece ser amado. Todos descuidan las pequeñas cosas. Por esto hay tanta infelicidad.
El heroísmo, si queremos ser felices, debe estar presente todos los días. Hay muchas cosas bellas que podemos disfrutar. La vida es un poema. De hecho, los anacronismos también son parte integral de la realidad. Nuestro mundo personal debemos constituirlo con virtudes. Junto a tantas tinieblas hay mucha luz. Esa luz son los valores. Las almas que saben triunfar son aquellas que dan amor, servicio, bondad, solidaridad, ya que sus vidas giran en torno a la gloria del amor y la felicidad. Nuestra sociedad está vacía de virtudes y valores. De ahí toda la explicación del desconcierto. Toda esta social infelicidad colectiva se va transparentando en la palidez de las miradas. Gracias a que los individuos descuidan deliberadamente los detalles pequeños advertimos tanta angustia, tanta vanidad, tantos divorcios, tantos descalabros y frustraciones sin sentido.
Únicamente quienes cuidan los detalles pequeños son los que realmente viven cada momento de la vida. Porque, si ignoramos la importancia de los detalles, ¿de qué sirven los grandes logros? ¿De qué sirven las grandes empresas sin las pequeñas realizaciones de objetivos anacrónicos? La inteligencia debe estar al servicio de las cosas pequeñas; de esta manera podemos configurar una vida bien pensada y de luminosa envergadura.
En el mundo humano no son los grandes éxitos las cosas más importantes sino la posibilidad de valorar las pequeñas cosas lo que nos hace verdaderamente victoriosos. La vida de una persona se vuelve mecánica y destructiva si está abrumada con obsesiones por el éxito, el dinero, la fama, el poder, las grandes cosas. Por esta razón, la mejor manera de disfrutar y configurar la vida es mediante el cuidado de lo pequeño. Finalmente, Cicerón nos invita a reflexionar con la siguiente frase: “No hay cosa que los hombres traten de conservar tanto ni administran tan mal como su propia vida”.
Julio C. Cháves.

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