miércoles, 14 de marzo de 2007

La fidelidad.

Cuando somos fieles a los demás, es porque, en primer lugar, fuimos fieles con nosotros mismos. La fidelidad consiste en perseverar en buscar el bien del otro, del sujeto de mi amor. Una persona fiel promete y cumple esa promesa pese a que las emociones le jueguen en contra de esas promesas. Cuando somos fieles es porque creemos en nosotros y porque tenemos confianza en lo que hemos elegido. La versatilidad se desata y nos ofusca, cuando hemos elegido mal lo que queremos hacer con nuestra vida. Ser fiel es sinónimo de honestidad, de integridad, de perseverancia en querer ser mejores. Ser fiel es ser sin mascaras, es vivir respirando el aire de la autenticidad. Un individuo infiel es quien carece de la ocasión de amar. La infidelidad siempre es producto de mentiras hacia nosotros mismos y por ende, hacia los demás. Como alguien dijo: “El más lento en prometer suele ser el mas fiel en cumplir”.
Ser fiel es permitir que los otros sean, es respetar sueños, opiniones diferentes a las nuestras, y también permitir que los demás sean libres para elegir sus propios caminos, entre opciones diferentes. La fidelidad no consiste en obsesionarnos en poseer al otro, sino en dejar que el otro decida lo que quiera con respecto a nosotros. Cuando alguien es infiel es porque jamás ha aprendido a respetar al otro. Por eso sucede la tradición, la mentira y la falta de respeto al otro. Por eso sucede la tradición, la mentira y la falta de respeto a la personalidad de otro ser. Los infieles son individuos que carecen de fe en los valores, en el amor, en la amistad y en la paciencia. Andrieux dijo: “¿Quién de nosotros es fiel a sí mismo en todo momento?”. Todos en algún momento hemos sido infieles para con nosotros porque la perfidia nos clavo sus colmillos venenosos. Siempre que hemos sido infieles es porque hemos dejado de lado lo que somos y es porque hemos sido inconstantes en querer ser mejores. La deslealtad es un enemigo mortal del amor. Porque cuando un individuo pone en evidencia la traición, es porque ya habíamos sido traicionados en el corazón de ese individuo. La perfidia, la infidelidad comienza en el corazón, en la mente, en los pensamientos. Porque el mal primero es un pensamiento y luego es comportamiento. Si pensamos de un modo infiel, seremos infieles. La fidelidad es el alma de la paciencia. Los demás tienen el derecho de que le seamos fieles. Ser fiel es una muestra de amor.
La fidelidad no mira la apariencia, la piel, la de afuera, sino que mira el corazón, cree en el otro, porque ser fiel es creer en el amor y manifestarlo. Cuando somos fieles pese a que los demás no reconocen nuestros derechos saber que nos aman, pese al relativismo y a la permisividad que nos caracterizan como sociedad, somos mejores personas y entablamos una relación constructiva para con nosotros mismos, con los demás. Sin embargo, hay quienes han elegido el camino torcido de la perfidia, la deslealtad, la infidelidad. Lo único que debemos pensar respecto a los infieles es que: “A pesar de todo… creo todavía que la gente es buena en el fondo”, reflexionó Ana Frank.

Julio C. Cháves.

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