viernes, 16 de marzo de 2007

John Bunyan:Un genio y héroe de la fe en la cárcel.


Era calderero y escritor, pastor y predicador. Era cristiano y también era un genio. Para muchos de su época era un individuo sin importancia, inculto; pero sus escritos son una obra maestra de la literatura Inglesa del siglo XVII. Nació en 1628, en Elstow, una pequeña aldea 50 millas al noroeste de Londres. Alos 16 años se inscribió en el ejército de Oliver Cromwel y luchó con los puritanos en contra del Rey Carlos I. Fue licenciado del ejercito cuando tuvo poco más de 20 años y se casó. Su esposa le dio cuatro hijos. La más grande, una niña, nació ciega. Se convirtió a los veintitantos después de una larga agonía; le sucedió algo parecido a la de Cristiano, el personaje de su obra “Progreso del peregrino”. A los 25 años empezó a predicar y a los 30 años era un predicador de pueblo. Trabajó con la forja y yunque de día y predicó el evangelio de noche.
Pasados los años, Bunyan, perseguido por causa de intolerancia religiosa, después de la muerte de Cromwel, fue a parar a la cárcel. Cuando Carlos II llegó al poder prohibió y erradicó la radical tolerancia religiosa de Cromwell. Y como la pequeña Iglesia de Bunyan no estaba autorizada por el gobierno fueron todos los creyentes perseguidos, desbastando con el tiempo todo el rebaño de Bunyan. Sus abejas eran perseguidas y Juan Bunyan se podría en la cárcel. Las cárceles del siglo XVII no eran nada placenteras. La comida escaseaba. La cama de paja estaba infectada de pulgas. Estaban lo presos todos apretados en un pequeño cuarto. No tenían calentador en invierno. Muchos morían por enfermedades. Bunyan, junto a otros presos, vivían con piojos, pulgas, con medidas sanitarias malísimas. Y no tenía privacidad, o tenía ,pero muy poca.
La única preocupación de Bunyan era su familia, y principalmente, su hijita ciega. Estando en la cárcel Bunyan extrañaba mucho a su familia y sufría por no estar junto a su esposa y sus hijos. Su corazón estaba hecho pedazos. Sin embargo, conviviendo con las pulgas y los piojos, encomendaba su familia a Dios. Cada día oraba por ellos. Después de bastante tiempo, fue librado de la cárcel, y los próximos tres años los dedicó a la predicación. Profundizado por el sufrimiento y el dolor, Bunyan predicaba con más poder de Dios y autoridad. Fue encarcelado por última vez por 6 meses. Durante su encarcelación, recibió un sueño que inspiró su obra. “El progreso del peregrino”. Terminó el manuscrito en la cárcel. De los 40 años hasta su muerte a la edad de 60 años, fue pastor de una congregación muy pequeña en Bedford. Estaba muy solicitado en las congregaciones de las aldeas vecinas. Su reputación lo precedía, y cada vez más las grandes congregaciones de Londres le llamaban para predicar. Fue durante este tiempo que Juan Owen, un predicador académico prominente, escuchó a Bunyan y empezó a asistir a sus sermones cuando estaba en Londres. En 1660, Carlos II, Rey de Inglaterra, preguntó a Juan Owen por qué iba a escuchar las predicaciones de un calderero inculto. El Rey sabía que Owen era un hombre muy capaz y no entendía por qué se rebajaba a escuchar a un calderero. Después de todo, entre Owen y Bunyan, había un gran contraste. En aquel entonces, los ministros de Inglaterra, la mayoría, se graduaron de Cambridge u Oxford. Owen había entrado en el colegio de Queen, Oxford, a la edad de 12 años, recibió su bachillerato en 1632 y su maestría en 1635. Por el otro lado, con marcado contraste, Bunyan era un clásico calderero que no poseía una educación formal más allá del segundo año de la primaria.
Owen sabía que los escritos de Bunyan, la mayoría, habían sido escritos en la cárcel. Juan Bunyan vivía en una humilde casita de Bedford, pero Owen servía como capellán a Cromwell. Owen caminaba en palacios de reyes, era respetado por la nobleza y predicaba en las grandes catedrales de Inglaterra. Bunyan predicaba en una pequeña iglesia situada en un establo y en los días más concurridos había unas 300 personas. Mirando al Rey a los ojos, Owen respondió: “Que agrade a su Majestad, si yo pudiera poseer la habilidad del calderero de predicar, estaría dispuesto a renunciar a todos mis estudios académicos”.
“Probablemente debemos, la obra de Juan Bunyan, principalmente. “El progreso del peregrino”, a las circunstancias en que Bunyan se encontró a lo largo de su vida. Cuando estuvo en la cárcel se vio a sí mismo, y al carecer de oportunidad para moverse, la actividad de su espíritu se concentró en el pensamiento y la meditación; y, efectivamente, después de su confinamiento, su vida como autor cesó virtualmente. Sus obras “Copiosa gracia” y “La guerra santa” fueron también escritas en la cárcel. Bunyan permaneció en la prisión de Bedford, con breves intervalos de libertad, durante no menos de 12 años, bastante tiempo, y con toda seguridad debemos a su prolongada reclusión la más bella alegoría del mundo…

Julio C. Cháves.

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