viernes, 16 de marzo de 2007

La torre de Babel.


En Génesis 11:1-9 se nos cuenta: “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Varones, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquemos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra; y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y, confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra”.
El que tuvo la idea de construir la torre se llama Ninrod y su nombre significa rebelde. Ninrod era un líder, un idealista, un revolucionario. Sus ideas, desde su punto de vista, eran muy buenas. Ninrod era un hombre fuerte, un vigoroso cazador delante de Jehová. (Génesis 10:9). Era autosuficiente, independiente, pensaba por su cuenta… Los habitantes de la tierra de sinar estuvieron absolutamente de acuerdo en construir la torre. Ellos eran los representantes y ejecutantes de la existencialista idea de Ninrod. Ninrod era una especie de Burgues y los habitantes de la tierra de sinar era una especie de proletariado. Los trabajadores construían la ciudad y la torre y Ninrod los lideraba. La idea de una ciudad ideal le pertenecía al líder, el de arriba, y los de abajo debían poner por obra los pensamientos del de arriba, del cazador claro. Ninrod era materialista, pues sólo le importa la torre, la economía, los ladrillos, la ciudad, llegar al cielo por su propio esfuerzo. Este líder dominaba, controlaba, inducía, manipulaba, y creía cabalmente en las relaciones económicas… Thomas Hobbes dijo: “El hombre es un lobo para el hombre”. ¿Ninrod era un lobo? ¿Los habitantes de la tierra de Sinar eran lobos? Sin duda que… sí… Ante la torre de Babel había explotadores y explotados, opresores y oprimidos. Todos eran todos. Los habitantes de la tierra de Sinar querían ser mejores, pero sin la ayuda de Dios, por su cuenta. Por eso fueron confundidos, dispersados. La torre es sinónimo de progreso, de vacío, de rebelión, de confusión… Lo quieren hacer sin la ayuda de Dios. Racionalmente. Y dejan de lado la advertencia de Salomón: “…hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo”. A través de la historia de la humanidad aparecieron muchos Ninrod. Stalin fue uno. Somoza fue otro. Hitler fue otro. El César fue otro. Lenin fue otro. Los hombres se han enseñoreado de los hombres para mal de la humanidad. Y todos hemos pagado los platos rotos. Todos hemos sido victimas y victimarios. Muchos han tenido ideas que al principio ha sido buenas, pero que al final han convergido en genocidios. Así es el hombre. Así es la humanidad. Nobel dijo: “No nacemos con suerte: EL destino nos lo hacemos nosotros”.

Julio C. Cháves.

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