martes, 6 de marzo de 2007

Amigos en todo tiempo.


La amistad es una manifestaciòn de amor altruìsta. Obviamente que no existen los amigos perfectos, pero existen los amigos de fierro. Los amigos de fierro muchas veces renuncian a las propias conveniencias y abrazan los actos de bondad. Cuando consideramos a alguien nuestro amigo damos nuestro tiempo, buscamos el bien del otro, salimos de la propia piel, nos entragamos, obviamente con reservas, pero en fin entregamos parte de nuestro corazòn. Cuando somos verdaderos amigos estamos cuando nuestros amigos aùn en la adversidad. En tiempos difíciles estamos presentes màs que nunca. Muchos se hacen llamar amigos y buscan sacar ventaja, sin pensar nada màs que en ellos mismos. Se hacen llamar amigos pero no escuchan ni se preocupan por nadie excepto ellos. La verdadera amistad gravita en torno a la verdad, la comprensiòn, la bondad y el altruìsmo. Es màs, la verdadera amistad se nutre de la renuncia y el crecimiento de las virtudes y los buenos modales. Cuando alguien esta triste o esta pasando por un mal momento, la sola presencia de un amigo puede aliviar, levantar el ànimo, y se puede lidiar con la tormenta con mayor facilidad.
En un verdadero amigo se pueden confiar secretos, confidenias, intimidades, sueños, anhelos, deseos, problemas, y necesidades personales. Un amigo siempre nos alentarà cuando màs lo necesitemos y llorarà con nosotros si tiene que hacerlo. Los labios de los buenos amigos estan poblados de buenos pensamientos y buenas intenciones. Cuando alguien tiene a quien confiar sus tribulaciones y penas todo se hace màs fàcil y mucho màs cuando recibimos del amigo un consejo asertivo y oportuno. Un amigo no estimula a superarnos y cuando ve que vamos por buen camino nos advierte, en caso de que uno mismo no se de cuenta, de las consecuencias de transitar determinada senda. Un sufrmiento compartido es màs fàcil de sobrellevar. Alguien dijo que un amigo es como la fosforescencia, cuando esta màs oscuro resplandece màs. Un amigo nunca es mesquino ni egoìsta y si se equivoca pide perdòn con frecuencia. Reconoce sus falencias y si nos iriò una vez y sabe que algo nos hace mal, no lo vuelve a hacer. Los amigos se dicen la verdad, aunque a veces con reserva, para no erir o lastimar. Los amigos se buscan el bien mutuamente. No en vano digo que el amor es una manifestaciòn de amor altruìsta.
Enrique Mariscal en su libro Cuentos para regalar a personas inteligentes, cuenta una historia maravillosa sobre la amistad: "El batallòn se habìa replegado del campo de batalla a un refugio. La conciencia era brutalmente combativa. El soldado muy triste pidiò permiso a su oficial para rescatar al amigo del alma que no habìa regresado.
-Permiso denegado, soldado
-El que no vuelto ha muerto.
El muchacho no encontraba consuelo y sentìa una necesidad poderosa de buscar a su compañero. Siguiendo un impulso superior escapò sin autorizaciòn. Al poco tiempo regresò malherido, arrastrando con grane esfuerzo el cuerpo de su entrañable amigo. El oficial lo recibiò indignado.
-Soldado, se da cuenta lo que ha hecho: Ahora tenemos dos muertos màs en la compañía. ¡ No comprende que no gano nada en ir a buscar a su amigo!
-No señor, no es lo mismo. Cuando lleguè, èl todavìa estaba con vida, maltrecho. Cuando me viò, su rostro se iluminò y alcanzò a decirme en voz baja: ¡Mario...estaba seguro de que vendrìas a buscarme...! Y se muriò".

Julio Cèsar Chàves. escritor78@yahoo.com.ar

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