viernes, 16 de marzo de 2007

Amar es más poderoso que una bomba nuclear.


Amar es respetarnos a nosotros mismos y respetar a los demás. Amar es permitirnos ser felices. Amar es mirar lo positivo en nosotros y en quienes nos rodean. Es mirar las virtudes tanto en nosotros como en quienes nos rodean. Es perdonar. Es sonreír con cariño. Es fomentar el respeto, la equidad, el afecto, la amistad, la ternura, la benevolencia, la justicia. San Agustín dijo “Ama y haz lo que quieras”. “La medida del amor es amar sin medida”, dijo alguien. Cuando amamos somos mejores y permitimos que los demás también lo sean. Cuando queremos amar renunciamos al ego. Ponemos las necesidades de los demás por sobre las nuestras. Amar es practicar la abnegación, es sacrificarse, permitir que los demás conserven su singularidad. Es vivir para el otro. Es mirar lo que yace detrás de la piel, de los ojos, de la ropa, de las posesiones. Es encontrar el sentido de la vida y alegrarse por ello. Aristóteles dijo: “Amar es alegrarse”. Y hasta el ateo F. Nietzsche dijo: “El hombre libre es una necesidad plena de amor”.
El amor es lo que nos enseña que cada minuto de la existencia es una opción que tomamos entre la alternativa de seguir viviendo con placer o renunciar a la vida, a lo que somos, y a lo que podemos llegar a ser. El amor da oportunidades, pero muy pocos son los que las aprovechan. El amor es un puente que decidimos cruzar voluntariamente. Elegimos amar como elegimos vivir. Permitir que los demás nos amen y que nos ayuden a ser mejores, es imprescindible si de veraz queremos crecer en el campo de los vínculos. Cuando amamos queremos ser mejores que lo que somos y lo logramos. Necesitamos amar y ser amados. Necesitamos del otro, de su mirada, de sus brazos, de su sonrisa, de sus deseos de felicidad. Si el amor pronuncia nuestro nombre debemos estar alegres, pues escuchar la voz del amor es escuchar una invitación al compañerismo de la convivencia de dos corazones latentes. El amor es indetenible. La muerte es muy débil ante él. El amor piensa en el bien del otro, en lo que el orto necesita, en lo que el otro es en esencia. Es al amor un vínculo universal. Porque el amor une las vidas, dos voluntades diferentes, dos corazones diferentes, dos formas de ser diferentes. Amar es aceptar el milagro de la vida. “El amor trabaja, es infatigable”, dijo Milan Kundera.
Cuando amamos queremos ser mejores y lo logramos; cuando amamos cambiamos el mundo porque en primer lugar comenzamos a cambiarnos a nosotros mismos. Cuando amamos vivimos con una canción de alegría en los labios y nuestro corazón se realiza a sí mismo. Max Lucado escribió: “Cuando la gente valora a la gente, existe un impenetrable armazón, una malla de vitalidad y seguridad. Un vínculo, la delicada fusión de dos seres humanos. El intrincado tejido de dos vidas, dos pares de mentalidades, temperamentos y talentos. Dos corazones en busca de solaz y seguridad. Un vínculo. Es más poderoso que cualquier bomba nuclear y más potente que cualquier semilla prometedora. Nada puede darle a un hombre más valentía que un vínculo. Nada le dará más devoción que un vínculo. Nada podrá encender el corazón de un patriota o purgar el cinismo de un rebelde como un vinculo significativo”.

Julio C. Cháves.

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